Se requiere solo un poco de análisis para concluir que toda la información que durante cinco décadas hemos subido a la red en correos electrónicos, en blogs, en páginas y en redes sociales, fue una renuncia a la intimidad, un regalo que le hicimos a los gobiernos de nuestros datos e intereses más privados.
En la red circulan nuestras declaraciones de amor y de odio, nuestros rezos y faltas, nuestro perfil social, nuestra posición ideológica, nuestros deseos y fantasías más personales. Lo indecible está allí consignado. Ya quisiera un cura escucharlo en su confesionario.
Lo cierto es que Internet jamás fue nuestro amigo y confidente, como llegamos a considerarlo. Creímos que era ese lugar donde nuestra información estaría a salvo. Las compañías en extensos contratos se comprometían a que jamás los usarían. Sin embargo, ellas no estaban en posición de ofrecer tal garantía.
Ahora esos datos están a un click de ser vistos en algún lugar que ni sospechamos. Recientes filtraciones hechas por Edward Snowden, experto hoy exiliado de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA por sus siglas en inglés), nos enseñó que la privacidad en la red es prácticamente un asunto del pasado. Podemos decir que jamás fue real sino una idea virtual. El programa Prisma, de ese ente norteamericano, está hecho para acceder a toda la información de los usuarios de Google, Facebook, Twitter, Tumblr, solo para mencionar las principales compañías. Prisma es el dios de Internet, no lo podemos ver pero el sabe todo de nosotros.
Todo lo anterior no es solo un asunto exclusivo del hemisferio norte. A finales de junio supimos que en Colombia la Policía se prepara para espiar cuentas de correo, redes sociales y un sinnúmero de sitios. Si bien ya lo hacía, ahora será a mayor escala. Su plataforma se llama Puma.
Dirán que perdí de vista el objetivo de estas plataformas tecnológicas. Su misión es combatir la criminalidad, captando información de la red mediante la combinación de algoritmos o simplemente exigiéndole al administrador del servidor donde se alojan las cuentas que revele las contraseñas de acceso.
En el mundo hay cerca de cuatro mil millones de cuentas de correo. El año pasado cientos de miles de datos personales cayeron en manos de los operadores de Prisma, pero los resultados judiciales de ese espionaje no son proporcionales. Suponíamos que debían servir para combatir el terrorismo, pero el gobierno de Estados Unidos lo ha usado de manera indiscriminada hasta el punto de espiar a sus propios aliados. ¿Si eso lo hace el llamado buen vecino, qué será capaz de hacer un enemigo declarado?
De esta manera podemos prever lo que sucederá en Colombia, no solo citando lo que hace EU sino apelando a la historia que está recién escrita. ¿Si el DAS, convenientemente extinguido, pudo espiar de una forma tan desaforada, descarada, para provecho político de un solo individuo, de que será capaz en el futuro próximo el ejecutivo con Puma, además de luchar contra la criminalidad? ¿Qué le puede impedir al grupo que obvie la aprobación de un juez y comience a espiar de manera autónoma y con otros intereses, si solo le basta hacer clic? Puma puede ser una poderosa herramienta contra la criminalidad, pero también un macabro aliado de la corrupción y de los desvíos de la autoridad.
Hay que recordar cuanta labor de inteligencia del DAS terminó aprovechada por las fuerzas políticas en el poder en contra de opositores. La forma en que espiaron a magistrados y a periodistas. La manera como desde esa entidad se construyeron listas negras de víctimas del paramilitarismo y el crimen organizado. ¿Cuántas más fechorías y beneficios se pueden derivar de la información que obtengan?
Esta plataforma representa en su cara oculta una ruptura de los límites en el ejercicio del poder del Estado, un engendro que termine socavando el Estado de Derecho, en especial el derecho a la intimidad, porque está claro que esa red en la que confiamos la seguridad de nuestros datos ya no puede seguir garantizando la privacidad de los mismos. No es un traidor quien le cuenta al mundo los abusos de sus gobernantes, sino un aliado de la humanidad.
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