Hace más de dos mil años avanzaba lentamente por caminos de Galilea a Egipto la triada de migrantes más brillantes que estrellas por su significado para la vida y la historia. Eran parte de un hogar pobre que albergaba la riqueza misma de toda historia liberadora y con destellos de esperanza; en un sencillo borriquillo, lenta y majestuosamente avanzaban Jesús, María y José en una etapa dura de migración, huida de Herodes el persecutor cruel y hacia una patria de costumbres, idioma y ambiente desconocido.

Hoy es el Día del Migrante, cuya condición debe ser parte de toda preocupación, de todo Gobierno de salientes y entrantes, de toma de medidas de auxilio y acompañamiento, pues son gran cantidad los migrantes niños y ancianos, mujeres embarazadas y hombres de lucha; enfermos y despojados de todo, incluyendo su dignidad.

A veces no alcanzamos a comprender por qué después de innumerables reuniones de entidades de gobierno mundial, de fuerzas como la ONU y la OEA y potencias de presencia económica mundial y local no se logra llegar a un remedio visible a este hecho, que si bien es de vieja data hoy tiene crecimiento en número y problemática.

Me gusta la claridad de Jesús cuando afirma en la parábola del Buen Samaritano la urgencia de no pasar de largo ante el que está al borde del camino indefenso y herido; anota además que estamos en buen camino cuando damos de comer al hambriento, cubrimos al desnudo, hospedamos al peregrino, damos de beber al sediento.

Alienta ver que la Iglesia no está ausente de este caminar ante la migración. En el Sínodo que se celebra en Roma entra este tema con enorme claridad. La Diócesis de Cúcuta, limitante con Venezuela, ha desplegado una acción concreta y eficaz para recibir a migrantes del vecino país haciendo presencia de manos tendidas para acoger, abrazar y sanar. La Iglesia en Colombia gracias al Banco de Alimentos y la presencia activa de la Pastoral Social de cada diócesis está respondiendo en nombre del Amor de Jesús para todos. No se ha logrado aún el cubrimiento total debido a lo móvil de la migración, pero sí se dan pasos y logros benditos.