El primero de noviembre de 1541 en el Vaticano y con asistencia de gran cantidad de personas y la presencia del Papa se descubrió la inmensa pintura ejecutada por el gran Miguel Ángel Buonarroti, titulada el Juicio Universal. Quedó como regalo para la humanidad en la Capilla Sixtina; allí estaba su autor con sus 66 años de vida, alegre después de varios años de labor y la intención de plasmar los versículos de San Mateo capítulo 25. Hoy cumple esta magna obra de arte 482 años.
Uno siente frente a esta obra un llamado a la perfección, a la vida de amor fiel. Es verdad que nos gustan las personas que nos guían a altas montañas, necesitamos personas locomotoras, seres que no se dejen arrastrar, sino que por el contrario arrastren, jalonen la marcha de los demás. El mundo necesita personas que muestren altos ideales, que den a la esperanza un cuerpo de posibilidad, a la fe un sustentáculo de crecimiento y al amor caminos de acción. Las personas que nos señalan las altas metas nos arrancan de la mediocridad, de la monotonía.
En este asunto vale la pena recordar que la fe es, dígase lo que se diga, un aliento, una señalación de altas metas, un llamado universal a la felicidad. Hoy, por ejemplo, el cristianismo en la festividad que celebra, la fiesta de todos los santos, da un hito ejemplarizante de invitación a ser más, a subir, a ascender, a vivir la realidad en clave de camino con luminarias de perfección. La invitación a ser santos es llamado a comprometerse en este mundo en los mejores y más altos ideales de vivir, servir y ser.
Cuando descubrí que la iglesia siempre ha señalado a los seres humanos altas metas e ideales, mirada ascencial, ánimos para no dejarse vencer en la adversidad , ideales y valores de un contenido difícil de vivir, es cierto; pero de enriquecimiento en la personalidad entendí que valía la pena seguir las enseñanzas que brotan del Evangelio, de la persona y vida de Jesús de Nazaret.
El papa Francisco regaló a la humanidad una bella carta en la cual invita a todos a vivir la santidad cristiana, posibilidad para todas las edades y condiciones y como dinamismo para hacer posible la paz en la tierra y la vivencia del alto sentido de la existencia. Es verdad: la fiesta de los santos, de quienes han realizado un seguimiento fiel del Señor Jesús a través de múltiples circunstancias, es llamada universal hacia la vida mejor.