El 8 de febrero de 1828 nació en Nantes (Francia) el gran Julio Verne, quien pensando en buena literatura juvenil inició una serie de escritos a los que llamó viajes extraordinarios, en los cuales prendía el ánimo, imaginación e inventiva de sus lectores.
Con el tiempo regaló libros que maravillan por su creatividad, imaginación y aventura que invitan a la invención y lanzamiento hacia un futuro mejor. En 1864 escribió “Viaje al centro de la tierra”, en 1865 “De la tierra a la luna” con cohete incluido; luego “20.000 leguas de viaje submarino” y en 1873 “Vuelta al mundo en 80 días”.
Los ojos se encendían con la fuerza de la fantasía futurista y sus libros fueron leídos con ventaja positiva y proyectiva; hoy ya se han dado a luz aquellas dramáticas aventuras gracias a los inventos como el avión, el cohete, el submarino.
Se dice que el gran bien de este escritor fue abrir el horizonte lúcido y bello sin ocultar el esfuerzo, el drama, la valentía, la creatividad; ir más allá de lo tangible o presente es señalar caminos, encender la Fe y la Esperanza, mostrar senderos, afirmar que siempre hay un camino que conduce a lo mejor, lo claro, lo decisivo, lo feliz.
Todas las religiones del mundo y de la historia abren horizontes, se atreven a hablar de un más allá, de un infinito, de un final de la historia luminoso y no tétrico como algunos lo pintan.
Se ve claro por qué la Biblia termina con el libro del Apocalipsis que significa “revelación”, aclaración, mayor claridad sobre el futuro partiendo del presente hasta hablar de “un cielo nuevo y una tierra nueva”.
Dante con su obra la Divina comedia abre el horizonte en una época de dudas y violencias y en sus capítulos va esclareciendo con su narración atractiva el futuro que termina feliz y en plenitud vital.
Hoy nos hace mucha falta la visión realista, pero optimista de la vida; hoy hacen muchos bien los que anuncian y dan paz, perdón, proyectos de vida mejor, aportes para entusiasmar la existencia.
‘Mirar al cielo” equivale a ver un bello porvenir, una salvación posible desde este mundo por convulsionado que esté. Necesitamos entusiasmo, animación, invitación a vivir construyendo, no destruyendo.