“Ve y deja caer desde la ventana de aquella casita estas tres talegas con monedas y sigue rápido, que no te vean”. Esto dijo Nicolás, obispo de Mira, a su ayudante. Con esas monedas se libraron de ser entregadas tres jóvenes como esclavas. Nicolás nació en el 280 en Patara, vivió en Turquía y murió el 6 de diciembre del 342. Sus restos fueron raptados y llevados a Bari (Italia) en 1087, allí se conservan hasta hoy.
San Nicolás de Bari, estando joven, dejó bienes familiares y se dedicó a la oración en un monasterio. Nombrado obispo se destacó por su bondad y amor a los más pobres y a los niños. En tiempo de Navidad era feliz repartiendo comida y juguetes a los más pequeñines pobres. El caricaturista norteamericano Thomas Nest, en el siglo XIX, es el causante de la figura actual ya que lo representó con el atuendo rojo y el costal lleno de regalos. Coca-Cola lo adoptó luego como insignia de Navidad. Países como Francia lo llamaron Colette, Alemania lo llamó Nikolaus, Suiza Klaus y Rusia Nikita-. Se hizo figura universal en Navidad.
Navidad es recibir a Jesucristo como el don o regalo más inmenso que alguien puede recibir. En la presencia de santa Claus se ha mutilado lo que en verdad él hacía: traer dones como signos de la entrega de Dios a los hombres; se ha producido un rompimiento entre el personaje Noél (Navidad) y Jesús de Nazaret cuando el valor central es que Noel está al servicio y en enuncio del Amor de Dios a la humanidad. El valor de la Navidad no es Noel, sino Dios que toma carne y cuerpo humanos para enseñarnos a vivir nuestra diaria tarea bajo el signo del amor, la entrega, la generosidad, el saber compartir la fe en el acercamiento a todos en actitud fraternal y dadivosa.
Desde hace dos mil años todas las herejías se han encargado de manifestar nuestra resistencia a esta revelación que da vértigo: la unión del hombre con Dios. Cristo fue al mismo tiempo la revelación de Dios y la revelación del hombre, es la luz de la paz y el amor en medio de los caminos humanos. Navidad es recibir para dar, es dar para acercarnos a todos, es no dejar a nadie sin el anuncio: “Dios habitó entre nosotros”.
No puedo recordar este nombre: Nicolás, sin hacer memoria del hombre noble, recto, líder sereno y sincero que en paz descanse: Nicolás Restrepo Escobar.