El 25 de octubre de 1875 el gran genio musical Piotr Ilyich Tchaikovsky presentaba una de sus obras: el Concierto Nº.1 en sí bemol para piano y orquesta. Muchos no aceptaron la modalidad vibrante que, sobre todo en el comienzo, el concierto ofrece; casi que se calificó de fracaso el estreno porque la crítica fue negativa. Con el tiempo todos reconocen que es una de sus más clásicas obras musicales, ejemplo de belleza orquestal que danza con la sonoridad de las notas emotivas del piano.
Insistió el maestro y logró el éxito que soñó; del fracaso a la gloria, dijeron algunos. Sabemos que como este dato hay muchos más de otros genios que al comienzo se vieron golpeados por el infortunio, el rechazo, la indiferencia, pero que con el tiempo llegaron a ser reconocidos en su grandeza. Vale recordar a Van Gogh, que al morir sólo había logrado vender una de sus 800 obras de pintura; Edison, para lograr perfeccionada la bombilla pasó por más de 500 fracasos que él llamaba correctamente pasos hacia lo mejor.
Nos hace falta reconocer estos datos, porque para muchos hoy todo debe ser fácil y rápido, sin exigencia alguna, sin esfuerzo de crecimiento y avance. Hoy muchos no resisten el fracaso, la dificultad para vivir y por ello prefieren refugiarse en las soluciones fáciles que sumergen en laberintos difíciles, como el alcohol, los estupefacientes, la violencia, la destrucción y hasta el suicidio. Se dice que nuestra sociedad tiene ya muy poca resistencia ante el dolor, la dificultad, el esfuerzo; que cae fácil ya sea en la rabia destructora o en la angustia aniquiladora y hasta en la indiferencia que produce hastío, ausentismo, paro mental y emocional.
Hoy es necesario presentar valores como la persistencia, la audacia para continuar lo iniciado y revisar lo rechazado, valentía para asumir la realidad de los caminos difíciles, la aceptación de las etapas de equivocación , revisión y renovación. En ello creo que el cristianismo ofrece una andanza firme y cierta: la vida es Pascual, es decir es paso de la tiniebla a la luz, de la derrota al triunfo, del miedo a la decisión, de la muerte a la Resurrección. Vencer los pesimismos y abrirnos a la posibilidad de lo mejor es impulso pascual necesario hoy. Toda noche tiene en su vientre un amanecer.