Cuenta Aristóteles que Heráclito de Efeso estaba en su casa junto al horno en la cocina, de manera intempestiva fue solicitado por unos visitantes que deseaban conocerlo y consultarle, dada su afamada sabiduría.
 Ellos esperaban encontrar al célebre sabio en actitud de pensante reflexivo y quieto, en una experiencia poco común, pero qué decepción, llegados a la casa de Heráclito constataron que el filósofo estaba en tareas domésticas y concretamente haciendo de comer, estaba en la cocina, se escuchaba el sonido del latón chirriante con olorosa vianda.
 Toman los visitantes camino de retirada, el sabio percibe el acto y decepción de los visitantes y entonces alza la voz y les dice: “Los dioses también están aquí”, él sabe que la presencia divina cubre todo, basta tener el sentido claro y sentir su presencia y acción.
 Santa Teresa de Jesús en Ávila, enseñando a sus monjas la vida del espíritu, les decía en forma calurosa “Dios se pasea entre los pucheros”, es decir ollas, utensilios, instrumentos de labor diaria y rutinaria, bien sabía que para muchos sólo se puede encontrar a Dios en éxtasis emotivos y contemplativos, en momentos de altísima sensibilidad.
 En verdad hay personas siempre sedientas de sensaciones inéditas, sólo les mueve la emoción, lo salido de la normalidad, creen que para estar con Dios tienen que estar en sitios especiales o en momentos brillantes. Sin negar que en los templos, oratorios, el cuarto sereno donde descanso hay facilidad para la oración y la experiencia espiritual, no podemos olvidar que en el trabajo, estudio, empleo, profesión, descanso, está Dios presente.
 Muchos no ven más que la apariencia, la profundidad divina del presente se les escapa como les ocurría a los impacientes oyentes de Jesús en Galilea, la montaña de la Transfiguración, como la de la Crucifixión, les ponía tan cerca de Jesús a sus discípulos como la pesca en la barca con Él presente, el recorrido por los caminos, la mesa de la Cena, la charla en los senderos, las curaciones o predicaciones sin ostentaciones.
 Vale recordar estas sencillas cosas ahora que estamos ya en el período del trabajo, empleo, búsqueda de labor, la rutina se supera, el estrés se calma, la serenidad acompaña cuando estamos ciertos de la presencia del Señor en los caminos de la vida, de su amor y luz.
 La lectura bíblica, la Eucaristía dominical, la unión a la comunidad, la oración privada y pública se encargan de empapar la vida de Verdad y Vida.