El 28 de diciembre del año 1869 el Sr William Semple en Ohio (EU) registró en patente pública su invento: el chiclet o goma de mascar que luego se extendió a todo el mundo. Alguien ha dicho que es una buena manera de hacer inocentada al sistema digestivo, pues es poner todos los músculos de la boca en acción, pero sin consumir nada sólido o alimenticio; es una buena simulación y entretenimiento.
Me parece según lo visto en las pasadas fiestas Navideñas que aún deben perdurar en el ánimo, que algunos usan un chicle espirituoso que parece ser Navidad, pero que no pasa de ser fiesta sin contenido religioso, sin hacer referencia al centro de la celebración como lo es Jesús de Nazaret. La música propia de este tiempo no es la parrandera y menos aún la grosera; el centro de la celebración no son los regalos físicos, sino el regalo de Jesús en una cuna que vino y viene para todos; la comida central no es la natilla y los buñuelos que se hacen deliciosos manjar junto a los dulces en la mesa, sino la cena Eucarística que se hace fiesta de fe en el templo cercano y alrededor del pesebre en la plegaria familiar y festiva. Bien se ve que algunos pasan este tiempo rumiando vientos, pero sin estar dentro del significado propio de la Navidad.
Creen que las luces, adornos y arreglos festivos son el ambiente propio, pero olvidan que nuestro corazón debe estar llenándose de buenos deseos y mejores promesas despojándose de odios y malos recuerdos. Algunos ponen sombra pensando que Navidad es válida, porque reúne la familia en encuentro emotivo siendo así que sin ser Navidad hay otros motivos para reunir familias como bodas, grados, triunfos, muertes, desgracias.
Algunos se prodigan dando abrazos y risas a sus amigos en medio de licor mientras a sus padres, abuelos, hijos o hermanos no se les regala ni un saludo, cercanía, llamada, cariño. Muchos están “masticando” una inocentada, una mentira: Navidad no es fiesta parrandera y de gastos nada juiciosos, pólvora de eminente peligro, reuniones que terminan en tragedias increíbles entre cristianos y humanos. Aún es tiempo para retomar el sentido de la Navidad y preparar el saludo de un nuevo año que nos encuentra más iluminados con la Verdad eterna y el camino seguro.