El 8 de marzo de 1911 dentro de las instalaciones de la fábrica de camisas “Triangle” en Nueva York murieron 146 mujeres consumidas parte de ellas por el fuego; habían iniciado una huelga para pedir mejor trato laboral), horario más humano y descanso justo.
Desde aquellas cenizas nació el clamor por el reconocimiento de la presencia positiva y creciente de la mujer en la historia del mundo, en todos los niveles y en todos los rincones. Pronto se instituyó este día como el “Dia internacional de la mujer “.
La historia ha madurado en el reconocimiento de la mujer como gestora de avance; desde cuando era considerada como simple compañera del hombre, ejecutora de todos los deseos masculinos a veces con mandatos crueles e injustos, víctima de esclavitud y machismo ciego se ha logrado llegar al reconocimiento de su valor e influencia.
Hoy es un día para reconocer que la lista de mujeres famosas no se agota en las actrices, artistas, políticas, divas; no se puede dejar a un lado el valor de las mujeres de toda raza, religión, estrato social; madre o no la mujer es siempre presencia estimulante, bálsamo en las apariciones de tragedias, odios, violencias.
Su papel único de engendrar en su vientre la vida humana le da un valor merecedor de toda admiración y gratitud; que es educadora genuina es inconfundible, que desde que sus brazos nos acunan y sus voces suenan desde las primeras horas de existencia, todo ello es innegable que ilumina la existencia, madura los pasos, enciende el valor.
No hay mujer que no merezca nuestro agradecimiento, que su existencia no influya en la vida de muchos hombres , que llenan páginas de poesía y música que describen el fulgor de su existencia.
El Concilio Vaticano II dedica al final de sus documentos un mensaje a las mujeres del mundo y las llama cuna de la vida, caudales de ternura valentía de vivencias.
Sobre todo, presenta a la mujer única, la bendita entre todas, por ser la madre de Jesús de Nazareth, alegre y fuerte, pobre y enriquecedora: María de Nazareth.
Hoy es día de admirar y agradecer con amor la existencia de cada mujer.