El cerebro está en cambio permanente, pero pocas veces tomamos el timón y dirigimos su funcionamiento hacia los objetivos que necesitamos, es más fácil ir en piloto automático y dejar que el entorno, los pensamientos y las circunstancias lo moldeen en lugar de ser nosotros mismos quienes direccionemos el desarrollo del órgano que nos hace humanos.
Entre el bombardeo de información, las notificaciones de nuestros teléfonos y el ruido mental provocado por el estrés deterioramos nuestro funcionamiento cerebral y limitamos las posibilidades de rendimiento cognitivo casi que sin darnos cuenta. Gracias a los avances en la neurociencia hoy es posible entrenar, rejuvenecer y desarrollar las capacidades cerebrales a unos niveles que antes pensaríamos imposibles. El gran secreto está relacionado con la neuroplasticidad la cual: “Se refiere a los cambios fisiológicos en el cerebro que ocurren como resultado de nuestras interacciones con nuestro entorno. Desde el momento en el que el cerebro comienza a desarrollarse en el útero hasta el día en que morimos, las conexiones entre las células de nuestro cerebro se reorganizan en respuesta a nuestras necesidades cambiantes. Este proceso dinámico nos permite aprender y adaptarnos a diferentes experiencias”.
Aprender temas retadores: quien creo el dicho “loro viejo no aprende a hablar” poco sabía del funcionamiento cerebral.
El hecho de que hayas dejado de estudiar hace mucho tiempo, no significa que no puedas seguir aprendiendo.
La investigación ha encontrado que las formas cotidianas de aprendizaje activan los receptores neuronales que ayudan a que las células cerebrales funcionen al máximo. Este proceso también está relacionado con los ritmos theta, ritmos cerebrales relacionados con el aprendizaje que desempeñan un papel vital en la codificación de nuevos recuerdos, estimulando la memoria, la atención y la agilidad mental entre otras.
Descubrir nueva información, leer de un tema diferente, desarrollar una habilidad es realizar gimnasia cerebral, define un tema que sea de tu interés y que te exija y comienza a dar tus primeros pasos, te sirve desde hacer crucigramas, practicar sudokus hasta comprar un mueble y aprender a armarlo.
Rompe la rutina: a tu cerebro le gusta repetir patrones, viajar por las mismas rutas, comer los mismos alimentos y hablar de los mismos temas. La incomodidad de tener que estar atentos cuando viajas, reconocer el condimento en ese nuevo plato o aprender a utilizar esa nueva app es un reto cerebral que activa redes neuronales diferentes.
Activa tu cerebro de vez en cuando apagando el piloto automático y tomando una nueva ruta hasta tu trabajo.
Si tienes un trabajo rutinario, desafíate a ti mismo con diferentes cosas en tu tiempo libre. Si siempre conduces, llévate la bicicleta. O si eres diestro, aprende a escribir y comer con la mano no dominante.
Mueve tu cuerpo de formas diferentes: desde aprender un nuevo baile, hasta practicar taichi o bodyfulness son actividades que hacen que tengas que activar nuevas neuronas. Revisa según tus capacidades, tu salud y tus intereses que tipo de nuevos movimientos te pueden ayudar, busca un instructor o una rutina en internet para dar tus primeros pasos y así poder obtener todos los beneficios de la actividad física más las ventajas de integrar tu cuerpo y tu mente.
Es posible tener un cerebro activo y en forma a cualquier edad, solo requieres de un poco de práctica y constancia.