La ceremonia concluyó en el cementerio San Sebastián. El cuerpo de Leonardo reposa junto al de Esperanza.

Fotos | Cortesía JEP | LA PATRIA

La ceremonia concluyó en el cementerio San Sebastián. El cuerpo de Leonardo reposa junto al de Esperanza.

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Luisa recuerda el Riosucio de hace 20 años, la violencia era tan cruenta que era normal ver cómo llegaban por montones las víctimas de los grupos armados a la morgue. Lo que no esperó fue que su hermano Leonardo estuviera entre ellos.

Él, de 17 años, era otro padre para sus siete hermanas y no porque don Luis Ángel les faltara, sino porque las trataba con el cariño o la dureza necesarios para cuidarlas, reprenderlas o alentarlas.

No solo fue un hermano excepcional, sino que acompañaba siempre a su progenitor en las labores del campo como recoger yuca, caña o plátano. Como deportista también mostraba sus dotes, su felicidad era jugar fútbol en cuanto torneo resultara.

Pero los violentos tocaron a la puerta de los Flórez Tapasco del pueblo Embera Chamí del resguardo Cañamomo - Lomaprieta. Leonardo aprovechó en marzo del 2003 que había cosecha de café para acudir a otras fincas y trabajar como recolector. No volvieron a saber nada de él hasta que un vecino les contó que lo habían asesinado.

Incrédulo, Luis Ángel acudió a la morgue y le indicaron que los cuerpos ya estaban enterrados, sin permitirle reconocer a su hijo. Tampoco perdieron la esperanza de encontrarlo con vida durante estos 20 años. Se presume que fue víctima de una ejecución extrajudicial.

 

En una fosa común

El 18 de julio, Esperanza Tapasco, madre de Leonardo, murió a causa de la covid-19, sin saber qué ocurrió con Leonardo. Ella nunca dejó de buscarlo y tras su fallecimiento, el resto de la familia siguió en la búsqueda.

Al principio hubo temor para rastrearlo porque la familia ya había sufrido la desaparición de otro hijo y cuatro meses antes ocurrió una masacre paramilitar por la que tuvieron que salir desplazados de la comunidad de La Rueda.

Ante el silencio de las autoridades, solo 10 años después de lo ocurrido con Leonardo y gracias al sepulturero, lograron acceder a las actas de defunción y necropsias de las personas enterradas sin identificar en el cementerio El Carmen. Por una foto confirmaron lo que les dijo el vecino.

Esperanza se convirtió en una líder de otras víctimas y exigió la exhumación de Leonardo, pero fue en vano. En marzo del 2020, Medicina Legal exhumó el cuerpo y en el 2021 se confirmó la identidad, pero solo dos años después, la familia recibió los restos del joven, ya cuando Esperanza no los acompañaba.

Y tras la orden de la Sección de Ausencia de Reconocimiento de Verdad para proteger 15 áreas de interés forense en cementerios de Riosucio y Supía, se logró la entrega digna. El martes se realizó el sepelio.

Luisa respira, sostiene que recuperar el cuerpo de su hermano representa un alivio para todos, pero insiste en que quiere saber la verdad, por qué y quiénes asesinaron a su hermano. Siente tranquilidad porque sabe que en donde estén, Leonardo y Esperanza se pudieron abrazar.

 

Primera entrega

De acuerdo con la JEP, esta es la primera entrega digna que se realiza a un pueblo indígena de Colombia, atendiendo los enfoques étnico y territorial.

 

200 víctimas

En los lugares protegidos podrían estar enterradas unas 200 personas reportadas como desaparecidas de los resguardos de San Lorenzo y Cañamomo - Lomaprieta.