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La calificadora de riesgos Moody’s Investor Service decidió mantenerle a Colombia su grado de inversión, con una nota de Baa2 (equivalente a BBB en las escalas internacionales). Respaldó las calificaciones de emisor de largo plazo en moneda local y extranjera, y de deuda senior no garantizada. También calificó en Prime-2 las operaciones del emisor de corto plazo en moneda local y extranjera, y elevó la perspectiva de negativa a estable. Este caso es evidentemente contrario a lo ocurrido en mayo con Standard & Poor’s y en julio con Fitch Ratings, que en sendos pronunciamientos le bajaron la calificación a la economía colombiana.

Debemos recordar que Fitch Ratings nos evaluó negativamente y cambió la nota de BBB- a BB+, para cuya decisión argumentó que había un aumento del déficit fiscal y de la deuda pública, así como incertidumbre en la evolución de la economía en el mediano plazo. Standard & Poor’s, por su parte, se concentró en la coyuntura que vivía el país en ese momento y con su calificación negativa llevó a que cundiera el pesimismo. Por fortuna, las cosas parece que empiezan a cambiar, y en eso hay que reconocer que el trámite de la reforma tributaria, en su segundo intento, ayudó a espantar los fantasmas, así haya sido una minirreforma de limitado alcance.

Lo que vivimos hoy en Colombia es bastante diferente de lo que afrontamos durante el primer semestre del año. De hecho, hay evidencias de que la economía se está recuperando, lo cual se expresa en la recuperación de puestos de trabajo y en crecimiento de las exportaciones, por ejemplo. Eso lleva a que hoy se respire un ambiente de optimismo, que constituye un buen insumo para que a final del año se logre tener una economía más dinámica, con las posibilidades de seguir generando empleos y con proyecciones bastante positivas para el año entrante.

Lo cierto es que, si el país sigue dando un manejo macroeconómico prudente y avanza con mayor rapidez en el camino de dar estabilidad a las finanzas públicas, no solo las otras calificadoras tendrán que rectificar sus notas hacia nuestro país, sino que en los años venideros la economía colombiana puede lograr crecer más rápido. No obstante, para garantizar que eso ocurra y se consolide tendrán que venir pronto reformas estructurales no solo en el esquema de tributos, sino también en el régimen de pensiones y en las políticas laborales.

Ahora bien, lo cierto es que durante la pandemia el aparato productivo colombiano demostró que tiene gran resiliencia y que, pese al enorme tropiezo que dicha emergencia significó, tiene cómo reaccionar con rapidez y reponerse. En la medida en que el panorama se vea más claro y se tomen las decisiones correctas en los próximos meses, la posibilidad de que el crecimiento económico se consolide en el país es real, mejorando su reputación ante el resto del mundo, y logrando así la posibilidad de acceder a capitales más amplios y baratos. Paralelamente, se tiene el reto de avanzar en equidad, bienestar general y calidad de vida para muchos más colombianos.