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Gustavo Petro se convierte hoy, oficialmente, en presidente de Colombia. Luego de su triunfo en segunda vuelta, el pasado 19 de junio, el líder izquierdista se ha mostrado mesurado y conciliador, y en varias ocasiones ha señalado que su mayor interés es lograr una unión nacional sin venganzas y sin atropellos. Esperamos que una vez instalado en la Casa de Nariño se mantenga en esa línea de sensatez y que busque entendimientos con todos los sectores de la sociedad colombiana.
 El nuevo presidente, quien aseguró mayorías en el Congreso de la República, incluso con el apoyo de partidos tradicionales que se opusieron a su elección, ya anunció profundas reformas en distintos asuntos sensibles de la Nación, frente a los cuales el país está a la expectativa. Un punto clave tiene que ver con la Reforma Tributaria que, seguramente, se conocerá esta semana en sus detalles, lo mismo que los cambios en salud y en otras áreas que deben ser tratadas con mucho cuidado.
 En lo relacionado con la Reforma Tributara, el ministro José Antonio Ocampo ya ha dado algunas pistas de lo que sería, pero lo fundamental es que se haga pensando en que no se convierta en un instrumento que espante la inversión o que ponga en mayores aprietos a quienes generan empleo en el país, cuando lo que se necesita son políticas que ayuden a avanzar en la formalización laboral y la mejora de la calidad de los empleos. Sin duda, hay muchos problemas sociales que deben ser resueltos, pero hay que hacerlo sin golpear las posibilidades de la propia financiación de las soluciones.
En salud, sin duda, son necesarios ajustes significativos que ayuden a cerrar brechas en la atención de los pacientes, y sobre todo asegurar el flujo de recursos en el sistema para que los usuarios no se perjudiquen, pero no cabe duda de que el Colombia funciona uno de los sistemas más estables y equilibrados, y que no es necesario acabar con las EPS, sino darle una mayor coherencia al papel de cada uno de los actores.
 En materia de seguridad también tiene Petro grandes retos, pues si bien es sensato pensar en la paz total y, no solo avanzar más rápido en la implementación del Acuerdo de La Habana, sino dialogar con los alzados en armas, los crímenes que cometan las organizaciones armadas ilegales también hay que enfrentarlos con contundencia, sin ceder a chantajes. Así mismo, esperamos que la salida de la Policía del Ministerio de Defensa no se convierta en politización de la institución, lo cual sería nefasto.

En términos generales, es fundamental que el nuevo mandatario le dé continuidad a todo aquello que funciona bien y beneficia a la sociedad colombiana, y que los cambios que impulse estén orientados a tener un mejor país, más próspero y equitativo, pero sin perder el impulso de crecimiento y bienestar general. También debe garantizar la independencia del Ejecutivo con respecto a los demás poderes públicos y los organismos de control, como una manera de refrendar su respeto por la democracia.