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El primer efecto de la confirmación de la aparición del hongo Fusarium R4T en el departamento de La Guajira, es que cerca de 400 trabajadores de las fincas afectadas con la infección, en el sector del Ebanal, zona rural del corregimiento Tigreras, en el municipio de Riohacha, y en el corregimiento Las Flores, en el municipio de Dibulla, quedaron cesantes. La situación obligó al Gobierno a declarar la emergencia nacional y a tomar medidas para evitar que el hongo pueda llegar a zonas de grandes plantaciones de esta fruta en los departamentos de Magdalena, Cesar y Antioquia, por ejemplo. En el Eje Cafetero también hay vulnerabilidad para los cultivos de banano y plátano.
 Si bien el consumo del banano infectado no tiene efectos para la salud humana, ya que no tiene consecuencias para el fruto, normas internacionales sí restringen el comercio de la fruta que provenga de plantaciones con el hongo, y de acuerdo con expertos en temas fitosanitarios, solo una lucha decidida de varias décadas permitiría que la emergencia pueda superarse de manera total. La alerta obliga a que haya un cierre estricto de las zonas afectadas (en este caso unas 170 hectáreas) y que se ejecuten mayores controles en las zonas de fronteras terrestres y marítimas para cerrar la posibilidad de que el problema se expanda.
 Hasta mediados de este año las exportaciones de banano colombiano se contabilizaban en 17,9 millones de cajas, unas 2 millones de cajas más que en el primer semestre del año pasado, lo que permitía consolidar su importancia como producto colombiano en los mercados internacionales. Inclusive, la reciente visita del presidente Iván Duque a la China abrió las posibilidades de que esta fruta pudiera llegar en buena cantidad a ese país. No obstante, las nuevas malas noticias alrededor del hongo que ataca las plantaciones en La Guajira podrían echar por la borda estas expectativas. Ojalá que no.
 En el Caribe colombiano se produce el 39,2% del banano que se vende al mundo, que principalmente llega a Bélgica, Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Alemania y los Países Bajos. Además, el banano está en el tercer lugar de los productos agrícolas que se exportan, lo que evidencia la magnitud que tendría la presencia de este hongo para la economía de esa zona colombiana y, en general, para todo el país. Lo más lamentable es que el problema haya aparecido, justamente, cuando la productividad de las bananeras en La Guajira y Magdalena iba en rápido aumento, con una creciente generación de empleo. Hoy unas 150 mil familias dependen de este cultivo en Colombia.
 Ahora bien, hay la esperanza de que el mercado no se afecte demasiado. Ya hay un antecedente que permite ser optimistas, como es el caso de Filipinas, el segundo país exportador de banano en el mundo, donde la peste fue detectada en el 2005. Con un adecuando manejo del problema, en lugar de perder mercado, en el 2018 el país asiático tuvo un incremento del 20% en las exportaciones, hasta llegar a las 176 millones de cajas vendidas ese año. Para poder combatir de manera eficiente el problema, se necesita que los cultivadores de banano tengan acceso a recursos para financiar las labores fitosanitarias, que serán muy exigentes en el futuro.

 Un trabajo bien coordinado entre el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Agricultura y el ICA, y con los productores de la fruta en todo el país, será posible controlar el problema de manera adecuada y evitar que su impacto pueda ser demasiado serio. Lo que se necesita es unir fuerzas, e incluso ponerse en la tarea de buscar nuevos mercados en el mundo.