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Aunque, a primera vista, el gobierno venezolano de Nicolás Maduro le lanzó un salvavidas al empresario Álex Saab, al incorporarlo a su equipo de negociación en los diálogos que el régimen bolivariano adelanta en México con voceros de la oposición, desde el pasado 13 de agosto, todo indica que es todo lo contrario: la jugada del gobierno chavista parece ser cubrirse la espalda impidiendo que Saab sea extraditado a los Estados Unidos, como ya lo autorizó el Tribunal Constitucional de Cabo Verde (África), donde se encuentra detenido desde junio del 2020.
Desde el momento de la detención trascendió que el empresario de origen colombiano sería testaferro de Maduro, quien ha hecho toda clase de cosas para protegerlo. Incluso, a finales del año pasado, a pesar de estar preso, lo nombró “enviado especial” y “representante permanente adjunto” de Venezuela ante la Unión Africana, así como embajador “plenipotenciario”. Ahora, lo trata de convertir en vocero suyo ante la oposición, que no ha recibido de buena forma una designación tan precipitada y sospechosa. El argumento del régimen de Maduro ha sido que Saab está secuestrado en el extranjero, y que se le han violado todos sus derechos y el debido proceso, por lo que es injusta su detención y más aún su ya autorizada extradición por supuesto blanqueo de dinero. Incluso, se afirma por el gobierno venezolano que el empresario cumplía un viaje para obtener medicamentos y comida para el pueblo de ese país, cuando fue detenido. Lo más curioso es que el gobierno ruso de Vladimir Putin también se ha involucrado y ha dicho que si Saab es enviado a Estados Unidos se pondría en riesgo la negociación en México.
La próxima ronda de diálogos está prevista del 24 al 27 de septiembre, y hay expectativa acerca de cómo sería la participación de Saab en esa mesa. Los voceros de la oposición se mantienen firmes en su intención de permanecer en las negociaciones, demostrando un interés auténtico de que haya algún resultado positivo que represente salidas viables y democráticas para su país. Ya hay principios de acuerdo en algunos aspectos que son fundamentales para que el vecino país reencuentre el cauce institucional que se ha visto perjudicado; pero también todo podría ser una simple pantomima de Maduro para ganar tiempo.
Resulta claro que la jugada de Maduro solo busca evitar que Saab cuente todo lo que sabe acerca de sus negocios y de su círculo más cercano. No podemos olvidar que incluso los chavistas buscaron, a través del abogado Baltazar Garzón, salvar a Saab de las acusaciones que recaen sobre él, ante la justicia de Cabo Verde. Esa batalla la perdió Maduro, pero ahora busca un atajo para tratar de salvar su pellejo.

Como sea, el polémico empresario se va a convertir en un comodín judicial y político en medio de los diálogos. No hay duda del valor de la información que tiene sobre los líderes del chavismo, y sus testimonios podrían comprometer de manera seria a Maduro y su séquito, y al mismo tiempo esa misma información podría ser una interesante herramienta política para hacer ceder a los chavistas en cuanto al retorno de Venezuela a la democracia.