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De manera contundente, después de ocho intentos infructuosos durante largos años, el pasado martes se aprobó la prohibición del asbesto en nuestro país, material al que se le atribuyen no menos de 300 muertes al año en Colombia, debido a su capacidad de producir cáncer de pulmón, laringe, esófago, estómago y ovarios, entre otros. Colombia se convierte así en el país número 69 que le cierra las puertas a este mineral, que no podrá volverse a usar en la industria a partir del 2021. Desde hace décadas la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otros, han advertido acerca del riesgo cancerígeno del asbesto.
El primer país que comenzó las restricciones fue Inglaterra, que en 1930 instaló los primeros sistemas de ventilación y escape de emisiones en empresas en las que se usaba el asbesto, pero solo fue después de la mitad del siglo pasado cuando con base en mejores estudios científicos sobre sus riesgos se establecieron estándares contra la exposición y las primeras leyes que prohibían el uso de este material en construcción. No obstante, en algunos procesos industriales se sigue usando en muchos países.
Generalmente el asbesto, también llamado amianto, ha sido utilizado en la fabricación de tejas, en las que ese compuesto unido al cemento deja como resultado un material aislante y resistente, con importantes propiedades frente a condiciones climáticas extremas. Las pastillas de frenos de los vehículos, algunas baldosas, ropa aislante, tubos de fibrocemento y hasta la fabricación de barcos lo han tenido como insumo fundamental. Sin embargo, algunas industrias por cuenta propia lo han ido sustituyendo ante la evidencia de sus peligros para la salud, cuyos análisis advierten acerca de los riesgos de la alta exposición a sus microfibras.
En el caso de Caldas, donde han funcionado y aún funcionan industrias que en el pasado hicieron uso del asbesto en sus operaciones productivas, por fortuna, desde hace algunos años se abandonó su utilización, lo cual es una muy buena noticia, ya que en la práctica en esta región no tendremos que esperar dos años más para erradicarlo. Sin embargo, las investigaciones han encontrado que los restos de asbesto que ingresan a los pulmones se quedan allí por décadas, y pueden desencadenar una enfermedad grave después de 20 o 30 años de haber tenido el contacto.
Un caso emblemático que sirvió para sensibilizar alrededor del peligro del asbesto fue el de Ana Cecilia Niño, una periodista que sufrió cáncer de pulmón a causa de su contacto con ese material, al vivir durante unos 17 años cerca de una fábrica de tejas en Sibaté (Cundinamarca). Ella, en el 2014, empezó la batalla definitiva en contra de ese material en el país, con acciones incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Infortunadamente el 8 de enero del 2017, tras dolorosos tratamientos, murió a los 42 años.

Con la nueva ley que prohíbe la explotación, uso y comercialización del asbesto en Colombia, deberán tomarse medidas alrededor de tres títulos mineros para asbesto que cuentan con el aval del Ministerio de Minas, dos de los cuales pertenecen a la empresa Las Brisas Colombia S.A., que estaría habilitada para explotar el material hasta el 2036. Vendrá, seguramente, todo un litigio legal para poner fin a esa práctica en el 2021, como es el mandato actual, pero la esperanza es que en el futuro ninguna muerte en el país pueda atribuirse al contacto con el amianto.