Desde la primera página La Biblia habla de un jardín o edén, con la belleza y el perfume de las flores. Los primeros pasos de Jesús resucitado se presentan en un jardín. Meses antes había dicho que ni el poderoso y sabio Salomón se había vestido con el colorido y suavidad de una flor. Es cautivante la hermosura de campos y ciudades con el esplendor y colorido de las flores que parecen pinceladas divinas, extractos de colores y perfumes que podemos tener en nuestras manos, lucir en adornos enamorados, obsequiar en elegancia y alegría, acompañar nacimientos y defunciones, adorar silentes en altares y oratorios.
Las culturas han expresado todo sentimiento en los expresivos contornos de una flor. Cantos nos llevan a expresar sentimientos y emociones; La flor de la canela, Flor del campo, Murió la flor, Flor manizaleña, Flores negras, El rosal, Un beso y una flor han grabado con la belleza de la música recuerdos que guarda el alma. Más de una lágrima arrancó la película de Gaviria “La vendedora de rosas”, versión muy nuestras de la elegante “violetera”.
Todo lo anterior nos invita a recordar que hoy, 10 de abril, se conmemora el Día del Florista, él o ella que cultivan con riesgo y esmero las bellas flores de nuestro terruño, motivo ahora de exportación. Han llenado los campos de la hermosura multicolor de variedades graciosas de flores andinas. Día para agradecer a quienes en lugares estratégicos ofrecen en la cercanía de su amabilidad la variedad de la belleza de nuestras flores que sirven para el que ríe como para el que llora, para celebrar nacimiento o muerte, para declarar amor o abandono. Siempre están allí con el arte de colocar en lugares estratégicos las flores que expresan figuras de fantasía.
Gratitud y felicitación a los floristas, ellos y ellas, constantes y atentos que nos dan la oportunidad de expresarnos bien, gracias a su creatividad que plasma belleza y alegría.