En los restaurantes franceses es usual saludar con la frase "ofrecemos la specialité de la maison (especialidad de la casa)", que anuncia lo que se tiene como menú o alimento especial.

Al comenzar el nuevo año 2024 vale recordar cuál es la especialidad que vamos a imprimirle, ya que siempre tenemos algo qué mejorar, qué superar, empezar o terminar.

¿Nos dirigimos a alguna parte, nos encaminamos hacia algún objetivo que anime al menos nuestro levantarnos por la mañana? De dónde venimos, quiénes somos, adónde vamos. En los años 60 la juventud gritaba en las calles: “la imaginación al poder”, pero ahora casi no gritan, pero sí destruyen bajo el grito “abajo” a todo. Esta confianza ha desaparecido en gran medida, pues el sueño de una transformación radical de la humanidad se debilitó.

Sin la promesa de un futuro qué podemos hacer nosotros, la generación del ahora, asunto que planta Reesen en su libro ‘’Nuestro último siglo, ¿sobrevivirá la especie humana al siglo XXI?”.

Me emociona saber que entre las múltiples ofertas el cristianismo ofrece una gran alternativa, pues tiene una maravillosa historia qué contar que sucede entre el Adviento y la Pascua y se desmenuza entre Pentecostés y el fin del año, describiendo su historia fundacional que llenó de sentido millones de vidas y que aún hoy conquista corazones .

La gran especialidad de la casa es la esperanza, la afirmación de que siempre hay camino para recorrer; la esperanza no es la convicción de que algo va a salir bien, sino la certeza de que algo tiene sentido independientemente de cómo salga. La existencia del ser humano no está condenada al absurdo, comprender las cosas no es imponerles emotivamente un sentido, es entrar en contacto con el Creador que les da la existencia.

En una existencia con esperanza el tiempo tiene valor positivo, brota la belleza, la hermosura, la simpatía, la fraternidad, el valor de las pequeñas cosas, la luz para cada día y el descanso plácido para cada noche.

Un nuevo feliz año inunda de luz la vida si bebemos la cátedra de Jesús de Nazaret que comienza en Belén. Escribamos sonriendo las primeras líneas de nuestra agenda 2024 .