En el transcurso de la historia se evidencia como el rol de los trabajadores se ha ido transformando, logrando tener condiciones más dignas para el desarrollo de sus labores, dichos cambios se empezaron a priorizar después de la revolución industrial en 1970 al analizar las situaciones inseguras, deplorables y de  injusticia laboral que se vivían, hasta llegar a la actualidad en donde se han establecido un conjunto de leyes que regulan y favorecen la seguridad y el bienestar integral del trabajador, no solo físico sino también psicosocial.
 En especial el riesgo psicosocial tiene una gran relevancia, está reglamentado en la Resolución 2646 de 2008 y se ha convertido en una de las prioridades después de la pandemia del Covid 19 que se vivió. Según la revista Forbes, un 60% de los trabajadores colombianos han sufrido estrés laboral, ansiedad y depresión afectando su salud mental, el desempeño laboral y las relaciones en su entorno personal, un dato preocupante considerando que uno los recursos más importantes en las organizaciones es el talento humano y en su mayoría es lo que permite que las empresas desarrollen sus metas de manera eficiente y de calidad, independientemente de sus metodologías de trabajo ya sea presencial o virtual las personas están en constante interacción y desarrollan procesos conjuntos para cumplir las metas establecidas.
 Partiendo de esta premisa se debe considerar la pertinencia de trabajar en el fortalecimiento de las habilidades blandas de los equipos, para poder potencializar sus capacidades y lograr los objetivos tanto personales como colectivos. Una apuesta en donde las empresas puedan mejorar sus procesos internos de liderazgo consciente, inteligencia emocional para una adecuada resolución de conflictos y toma de decisiones, confianza entre los equipos de trabajo para una generación de resultados, entre otras habilidades; en donde el trabajador sea el centro y se reconozcan sus necesidades, fortalezas y aspectos a mejorar para apoyar esos procesos.
 Reconociendo que un trabajador desmotivado, sin condiciones laborales adecuadas no tendrá el mismo rendimiento que un empleado que se sienta motivado, a gusto con las labores que desarrolla y con posibilidades de expresar sus ideas sin temores; es aquí donde nace la necesidad de que las organizaciones más allá de cumplir con los estándares mínimos de seguridad y salud en el trabajo se planteen estrategias constantes de bienestar de acuerdo a las necesidades individuales y colectivas identificadas por la organización.
 Los líderes de las organizaciones pueden formar un liderazgo desde el ejemplo, logrando espacios de respeto, reconocimiento, retroalimentación, y de creación de acuerdos claros que le permita al empleador tener relaciones sólidas; no se trata de que todas las personas se lleven “bien” o se sientan como se menciona coloquialmente “en familia” se trata es de construir un sentido de pertenencia por los procesos que se lideran, tener un buen clima laboral, aprender a hacer peticiones, reclamos y felicitaciones de una forma acertada y efectiva, para así tener mejores resultados organizacionales, laborales que impactan la vida de las personas en todas sus dimensiones.