Decepcionante arranque de Once Caldas en esta nueva era. Ni estrenando técnico ganó, algo que comúnmente se da (no es norma) siendo superado por un Pasto que dominó el primer tiempo, que anotó a los 27 minutos, y que supo administrar esa ventaja en el complemento.

Con entrenador principiante, experimentado, joven, o como sea, en condición de local y con el apoyo del público, la victoria era clave para seguir prendido a la clasificación (se hubiera metido séptimo), y aumentar el nivel de confianza tras los tres éxitos previos consecutivos.

Igual que con Elkin Soto, en sus valorados logros sobre Millonarios y Bucaramanga, la premisa es el resultado sobre las formas mientras se afianza la idea, y en este despegue con Pedro Sarmiento nada distinto se vio, aflorando dudas acerca de real poderío de la nómina.

De entrada, cuatro cambios, y módulo diferente con cuatro atrás, aparentemente más eficaz, sustentado, por supuesto, en los niveles individuales. Afuera Riquett, Gallardo, Pérez y Celis; al campo Artunduaga, Rodríguez, Miranda y Lemos.

Dayro en punta, extremos con mayor vocación ofensiva (Miranda-Lemos), Sherman enlace, y un dibujo con Rodríguez en la ida y vuelta, que no alcanzó porque fueron más las ganas que la claridad, y Pasto, con la velocidad como argumento, se arrimó, y creó las opciones.

Flabio Torres, con historia en Once Caldas, sentó cátedra, sin excesos de nómina, parecida a la de acá, pero con trabajo, orden y disciplina, y después del gol montando bloques cortos y apostándole a la contra, se llevó un jugoso botín frente a un rival directo en las tablas.

Con presión alta hasta convertir, Pasto enseñó oficio, en tanto que Once Caldas se limitó a tocar el esférico sin hacerlo rendir, con cambios inoportunos para el segundo período, y sin profundidad, independiente de que Dayro tuvo varias ocasiones pésimamente finalizadas.

Se notó el desconocimiento del plantel por parte de Pedro Sarmiento, aparte de que laterales confiables no aparecen, falta el acompañante con quite de Danovi en el mediocampo, los “punteros” poco influyen, y tanto el volumen de ataque, como la intensidad, son bajos.

Pretender emparejar incluyendo para los 45 finales a Santiago Muñoz, con minutos contados sin sobresalir en partidos pasados, a Jorge Méndez, fuera de forma física, y a Santiago Jiménez, improvisado por izquierda teniendo a Nahuel, fue un camino equivocado.

Dio la sensación de un banco mal armado, con John Pajoy y Alejandro García, quienes pueden dar una mano arriba, al margen de convocatoria, y para rematar, Gallardo (volante) por Lemos (delantero), y Cubides ingresando a dos minutos de concluir el encuentro.

Proponer posesión para contrarrestar la salida rápida del Pasto sonó más a evitar goles en contra que, a buscar el partido, prioridad en este momento, y por eso el desencanto de quienes desafiaron la fría noche manizaleña para ver caer a su equipo otra vez en Palogrande.

Hay confianza en cuanto a lo que puede desarrollar el cuerpo técnico entrante, que no está para experimentos, debe optimizar los rendimientos, establecer un patrón de juego, volver a la seguridad atrás, y formular acciones de ataque, ausentes hace rato.

Es entendible que apenas se esté conectando con el plantel, pero es que no hay plazos, ese partido estaba dentro del presupuesto, como varios de los que siguen, y cada derrota es un golpe artero a la ilusión del hincha, y a las posibilidades de recomponer.

Muy pasivo Sarmiento en la rueda de prensa, justificando jugadores y planteamiento, como con cierta satisfacción frente a lo exhibido, cuando en realidad, y perdiendo, se vio un Once Caldas inferior al Pasto, porque no es cuestión de tener la pelota, es producir con ella, y en ese sentido mucho por trabajar. Van 5 goles en 8 juegos, 3 de penalti, y un autogol.

Hasta la próxima...