Para algunos, preocupante la irregularidad de Once Caldas en su rendimiento. Para otros, lo normal frente a la realidad de un plantel discretamente conformado, con jóvenes que ilusionan una tarde y desengañan a la siguiente, y veteranos desgastados que, en ocasiones, juegan más con el corazón.

Fue lo que se proyectó, al no abordar con soluciones puntuales las partes débiles, haciendo que las metas se desvirtúen, y lo fundamental hoy sea no perder la categoría, requiriéndose buena cantidad de puntos, o en su defecto, que los demás comprometidos queden por debajo.

Tanto es así que apenas completa cuatro de 12 unidades disputadas, consecuencia de lo originado en cancha; ilusionante goleada al Cali, decepcionante derrota con Tolima, indefinido 1-1 ante Nacional, e interesante reacción sobre el final, sin llegar al empate, contra Aguilas el viernes pasado.

Total, hay un trabajo desarrollado, perceptible, que se altera fácil, bien por la disposición desde el vamos, por las respuestas y los errores individuales, o por las circunstancias de partido, impidiendo que se afiance ese nivel de confianza que se forja desde la colectividad, y el sincronismo.

La ausencia en convocatoria de Luis Pérez por virosis, y la inexplicable de Danovi Quiñones, motivaron al técnico por Marlon Piedrahíta, quien anda sin ritmo, y difícilmente lo retomará, en un coctel explosivo con Alvaro Montaño, de flaco servicio, empezando desde ahí los problemas en Rionegro.

Añadidos al terremoto defensivo, esta vez con tres en el fondo, Riquett como protagonista sirviendo rechazos que terminaron en gol, y la veterana pareja Torijano-Correa como si apenas se estuvieran conociendo. ¡Se ha perdido control y seguridad en esa zona!

El 2-0 a favor de Águilas, en un juego planillado para buscar la igualdad y luego intentar sorprender en el complemento, puso el asunto patas arriba. las anotaciones fueron regalos inadmisibles, el primero desde un saque de banda, y el otro, por confusión de los centrales.

Luego, con los cambios ofensivos, Once Caldas fue más, e hizo quedar mal al entrenador respecto al planteamiento de entrada. Lemos se enchufó rápido, arrancando desde el minuto uno del segundo período, lo mismo que Johar Mejía, quien llegó al 61. ¡Hubo actitud, anticipo, entrega, y posicionamiento arriba!

Sin las equivocaciones atrás, pudo salir perfecto, pero es fútbol, implacable, así el remate haya sido impetuoso y se hubiese merecido la paridad, con el sinsabor de la pelota que entró, gol a los ojos de todos, menos del silbato, y del VAR, esa súper herramienta tecnológica que se tiran quienes la administran.

Destacables, el ecuatoriano Billy Arce, movilidad, oficio y pegada, y el manizaleño Alejandro García, despliegue y acompañamiento. Tras el ensayo con línea de cinco, valdría la pena ubicar extremos con mayor vocación de ataque, Jorge Cardona se queda corto.

De todas maneras, el despertar de la campaña enciende alarmas. Por más que se quiera, el equipo es limitado, depende del trabajo más que de las individualidades, y el hincha tendrá que acostumbrarse; contra Cali fue un espejismo, que quizá se pueda repetir, estando lejos de la constante, que va a ser de mucho sufrimiento.

La campaña larga se encarga de certificar los errores en la construcción del plantel, castiga el mínimo esfuerzo directivo y el apostar a futbolistas sin hoja de vida, y lo grave es que ya se nota el déficit al rodar sobre un porcentaje productivo de apenas el 30%.

P.D.: Cada quien es dueño de sus decisiones, y ante el rumor de una posible salida a Central Córdoba en Argentina, no pareciera lo recomendable. Dayro Moreno, a sus 38 años, ya no tiene la condición de desborde, gambeta, y habilidad que lo caracterizaron, y que seguramente le van a exigir en otra plaza. Tiene si, el olfato y la definición que lo hacen intocable acá, en donde puede seguir batiendo registros históricos como artillero.

Hasta la próxima...