Cada ocho días podría repetir lo mismo: Once Caldas carece de definición, no tiene gol, y es víctima de sus errores. También que, el nivel de algunos jugadores pasó de preocupante a paupérrimo, sin síntomas de recuperación porque al parecer son ciclos deportivos acabados.

Ha sido la constante durante el año, y el equipo está hundido, embrollado en el descenso, lejos de una clasificación remota, sin triunfos en la era Sarmiento, y sobre sus leves mejoras, pesa la inexpresividad de aquellos que trajeron como solución finalizando sus carreras.

Las inquietudes por la avanzada edad del plantel se trataron de disimular con el nombre y pasado de esos veteranos, sin que –cumplidas 12 fechas– suceda, pues solo se salvan Andrés Felipe Correa por su liderazgo, entrega y condiciones, y Dayro Moreno, con sus limitaciones.

Lamentables los aportes de Pajoy, sin ritmo, ni ganas, y de Miranda, otro de vergonzoso presente; sosos y aburridos Celis y Pico, decepcionante Sherman, discreto Lemos, inoperante Gallardo, e impresentable Marlon, y hablamos de ocho supuestas fichas clave.

Sin contar el gol por partido que se hace Gerardo Ortiz, la intrascendencia de los laterales Artunduaga y Jiménez, el extraño retroceso de Juan David Rodríguez, y el flaco servicio del panameño Jorge Méndez, caso raro porque nunca está disponible.

Una nómina venida a menos, con centrales de categoría –Correa, Torijano, Riquett– y contra Unión terminó improvisando la pareja Quiñones-Cardona, sin extremos punzantes ni rematadores, ante una idea de juego que crece en lo ofensivo sin hallar formulas goleadoras.

Complejo para Sarmiento, quien ya intentó con juveniles en formación –Morán y Araujo– y obligado a seguir buscando, con los resultados y el tiempo encima, y sin margen de espera, ya que tarde o temprano aparecerá la cuenta de cobro si no suma de a tres.

Es la realidad de este deporte, sin tolerancia ni paciencia para aguantar crisis prolongadas, y Once Caldas está tocando fondo. Una mala campaña esta temporada, y puede peligrar, lo que no ocurrirá si al menos gana, así no consiga meterse dentro de los semifinalistas.

Qué pena porque es historia repetida del anterior semestre, y varios de ahí para atrás, que cuando se llega a estas instancias se señala siempre el bajo producido de la nómina, y la urgencia de refuerzos para el siguiente torneo. ¿hasta cuándo? ¿cuándo será que acierten?

Entre tanto, continuos fracasos, haciendo la salvedad de que el trabajo se nota, hay progresos que no trascienden por las individualidades, siendo perentorio escarbar, porque hay unos que agotaron posibilidades, sin llegar al grado de asegurar, como lo insinuó Sarmiento, que por tener un volante creativo haya que sostenerlo porque sí, refiriéndose a Sherman.

La verdad, no hay intocables en el Once Caldas actual, los rendimientos son ruines, y hay que insistir, y explorar opciones, faltando por ver en esta nueva administración a Alejandro García, quien no creo que sea menos que los desapacibles Miranda, Pajoy, y compañía.

También recuerdo que hace poco se mencionaba el potencial de las divisiones menores, con una lista de casi diez sub-20 que pedían pista, pues si los mayores no pudieron, es preferible observarlos, porque ya es cuestión de supervivencia, y algo se tiene que hacer.

Esta tarde, a las 4, vuelve y juega contra esa bestia negra que es Equidad, en horario inusual, como le está correspondiendo a Once Caldas por su falta de categoría y su discreto papel, con una plantilla que sentenció demasiado pronto que los calendarios facturan.

Hasta la próxima...