Señalaba - al quedar eliminado- a riesgo de que me llamaran conformista, que por fortuna terminó ese embeleco de la Copa Betplay para Once Caldas. Además, cerró de manera decente: ganando, dominando al Cúcuta, y perdiendo la clasificación por gol diferencia.

En ese torneo solo sirve ser campeón; el botín es inmenso: cupo a Copa Libertadores. El resto es cuento, y para ser sinceros, Once Caldas no tiene con que pelearla mientras la Liga sea un objetivo de supervivencia, y esté tan comprometido en la tabla del descenso.

O acaso cuando se habla del palmarés, con sus cuatro estrellas y la dorada de campeón continental, se incluyen las finales disputadas ante La Equidad de Alexis García 2008, y Nacional de Hernán Darío Herrera 2018. Nada, el que gana es el que goza.

Una exclusión digna, triste porque lo sacó un conjunto de la B, pero superado el duelo, las energías deben enfocarse hacia el campeonato grande que le permitirá alejarse de la zona roja, alentar el ingreso a los cuadrangulares, y buscar tiquete Conmebol por Colombia.

Hay mucha labor por desarrollar, el proceso anterior solo se ocupó de la defensa, y el ataque es inexpresivo, falla en el último pase, o en la jugada final, y ofrece pocas variantes ofensivas que se reflejan en su producido (seis fechas, cuatro anotaciones, dos de penalti, y un autogol).

Vale decir, el gol de Dayro Moreno ha sido el único en acción de movimiento, el 200 en su carrera, con perspectiva de atacar el registro de Galván Rey (224) como artillero máximo en Colombia, y cerca de igualar las cifras de Jorge Gallego (201) y Oswaldo Palavecino (203).

Con la llegada de Elkin Soto como encargado, se pasó a una línea de tres atrás, los laterales son volantes carrileros, y se intenta mayor acompañamiento por el medio para Sherman, y arriba para Dayro, lo que traduce cambio de módulo, un tanto atrevido.

Es cuestión de tiempo, y de repeticiones, pedir resultados inmediatos es necesario por complejo que sea, y esos nuevos argumentos tácticos han dejado ver un Once Caldas que tira centros, que suma volumen en llegada por los carriles interiores, exponiéndose en el fondo.

Las recientes victorias, primeras de esta temporada, ambas por la mínima diferencia sobre Cúcuta y Millonarios, tuvieron su carga, en el primer caso encerrando al rival sin contundencia, y en el segundo regalando la iniciativa en el complemento, salvaguardando la ventaja.

Se lograron, y es lo que Once Caldas debe procurar. Ganar es determinante, las formas aguantan, y Elkin Soto y sus asistentes lo han conseguido. Igualmente hay que preservar el muro de contención, y en esos encuentros, Ortiz y Chaux dejaron la portería en ceros.

Importante también poner a tono los jugadores, Danovi Quiñones es el mejor recuperador, lo tenían aniquilado física y mentalmente; Gallardo da puntadas (tampoco lo miraban), y Sherman y Dayro, sin llegar a lo que se espera rindan, van en vía ascendente.

El colectivo es la suma de las individualidades. Clave, una buena escogencia de la plantilla y el ordenamiento desde el banco, más la motivación y el compromiso mientras se va moldeando la idea, y el esquema se va formalizando.

El tiempo es corto para trabajar, largo para intentar darle vuelta al pasado reciente, y se puede, con tolerancia por parte de la hinchada, aceptando el resultado como premisa, tal cual, contra Millonarios, retornando al triunfo después de cuatro meses.

Serán los accionistas quienes decidan sobre Elkin Soto; que sea lo mejor para Once Caldas. Válido desde un técnico con experiencia que interprete lo que hay, como sostenerlo, sabiendo que el rigor de los guarismos lo condenará, o lo consagrará. Complicada elección.

Hasta la próxima...