Mafalda se encuentra en la playa con una niña diminuta. La saluda y le dice: “¡Qué chiquitita eres! ¿Cómo te llamas?”. La niña responde: “Libertad”. Mafalda la mira desconcertada mientras la niña dice: “¿Sacaste ya tu conclusión estúpida? Todo el mundo saca su conclusión estúpida cuando me conoce”. Mafalda va donde sus padres con Libertad y les dice: “Traje una amiguita, se llama Libertad”. El papá de Mafalda comenta: “¿Libertad? ¡Qué chiquitita!”; y la mamá dice: “Y qué quemada está!”. El papá agrega: “¡Claro, se ve que hace bastante que está de vacaciones!”. Mafalda toma de la mano a Libertad y se la lleva diciendo: “¡Traje una amiguita, no un panfleto!” (Quino, 1964).
La organización estadounidense Freedom House entrega cada año el estudio Freedom in the world (Libertad en el mundo), que mide el grado de democracia y libertad política en 210 países. Según el informe 51, de febrero 29 de 2024, la libertad global acumula 18 años consecutivos de retrocesos; con un deterioro grave y generalizado en 52 países. Cerca del 38% de la población mundial vive en países calificados como no libres, 42% en países parcialmente libres, y sólo un 20% en países libres. Los conflictos armados y las amenazas de gobiernos autocráticos hacen que el mundo sea cada vez menos seguro y democrático.
También generan preocupación la limitación a los derechos de las personas LGBTIQ+, la violencia y deportación de migrantes y la restricción de la libertad religiosa. Rusia, Perú, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y la Franja de Gaza son algunos de los territorios donde más cae esta calificación; mientras que, Mauritania, Nepal y Tailandia muestran los mayores avances. Colombia mantiene su calificación de 70, que le permite estar en la clasificación de país libre en este mapa; sin embargo, en el Índice de Libertad Económica que realiza la Fundación Heritage y que mide el desempeño de 184 países en el mundo, Colombia cayó, en un solo año, del puesto 62 al 84, pasando de ‘libertad moderada’ a ‘mayormente no libre’ en el tablero de libertades sociales y económicas. Caída que, según el informe, se explica por las recientes políticas de Estado del Gobierno actual, que han generado mucha incertidumbre en el mercado y debilitamiento de la libertad económica.
Según el estudio, esto se agrava por un sistema judicial permeado por influencias políticas y corrupción generalizada, las cuales deterioran la confianza y obstaculizan el desarrollo empresarial. Otro resultado poco positivo es el de libertad de prensa, entregado el pasado 3 de mayo por Reporteros Sin Fronteras, en el que, si bien el país mejora su posición al pasar del puesto 139 al 119, sigue siendo catalogado como uno de los más peligrosos del continente para los periodistas, quienes están expuestos sistemáticamente al acoso, la intimidación y la violencia.
Ahora miremos qué es la libertad. Me gusta la aproximación de Hannah Arendt, filósofa, politóloga, historiadora y escritora, cuando habla de la libertad como pequeños milagros; la capacidad que tenemos los humanos de crear algo nuevo y disruptivo a la realidad, algo que nos sorprenda realmente; la facultad de actuar para transformar, destruir y generar nuevos comienzos ¿Qué nos detiene para destruir lo que ya no sirve y generar nuevos comienzos? ¿Qué es eso que nos ata al pasado y nos impide comenzar de nuevo? Creo que el mayor enemigo de la libertad es el miedo que genera cualquier forma de violencia. A veces es un jefe, un gobernante o una pareja, que quiere generar cambios sin tener en cuenta qué pasa con la otra parte, qué opina, cómo se siente, a qué le tiene miedo. Esto es autoritarismo y en ocasiones abuso de poder que disminuye la capacidad del otro de ejercer su libertad, de contribuir a que sucedan los milagros. En ocasiones, no pocas, somos nosotros mismos quienes nos forzamos a hacer cosas que no queremos hacer, sólo porque ‘nos toca’.
Algunos creen que el primer paso para generar un cambio es soltar. ¡Error! No podemos soltar lo que no sabemos que tenemos atado. El primer paso es observar, sin juzgar, eso que hace daño y no necesitamos; valorar los aportes y aprendizajes que tuvimos, aunque no vinieran envueltos en papel de regalo; dar gracias por haber tenido el coraje de seguir adelante y estar hoy aquí. Tal vez sea hora de pasar de la negación y la lucha que nos esclavizan, a la aceptación y gratitud que nos liberan.