En su libro ‘Tierra de hombres’, Antoine de Saint-Exupéry dice: “Ser hombre es, precisamente, ser responsables. Es conocer la vergüenza frente a una miseria que no parece depender de uno. Es estar orgulloso de una victoria que los camaradas han obtenido. Es sentir, colocando uno su piedra, que se contribuye a construir el mundo”. Tal vez, este sea uno de los momentos en la historia reciente de la humanidad, cuando podríamos caer en la tentación de sentirnos víctimas de las circunstancias. ¿Cuál es la diferencia entre sentirnos víctimas o ser responsables? La víctima dice que la vida ha sido injusta, ha vivido muchas situaciones y ha sufrido mucho; se siente obligada a hacer algunas tareas y le toca resignarse; espera que alguien o algo le haga feliz. El responsable reconoce que ha habido obstáculos, pero estos le han servido para aprender; hace las cosas porque quiere y tienen sentido; entiende que la felicidad depende de sí mismo. Mientras la víctima busca culpables, la persona responsable se pregunta cómo aportó a la situación y cómo puede contribuir a su solución.
Frente a una democracia amenazada: ¿Responsables o víctimas? El Índice de Democracia Global, elaborado por la Unidad de Inteligencia de ‘The Economist’, califica, desde 2006, la salud democrática del mundo, representada en 167 Estados; utilizando cuatro categorías: 1. Democracia plena -por encima de 8-, países donde se respetan las libertades políticas y civiles, una cultura política democrática; gobiernos con independencia judicial, pluralismo mediático y un sistema de contrapesos. 2. Democracias defectuosas -entre 6 y 8 puntos-, con elecciones libres y justas que respetan las libertades civiles; aunque, con problemas de gobernanza, una cultura política subdesarrollada o bajos niveles de participación. 3. Regímenes híbridos -entre 4 y 6 puntos-, con elecciones que no son libres ni justas, corrupción generalizada y un Estado de Derecho y sociedad civil débiles; sin independencia del poder judicial, acoso y presión sobre periodistas y oposición. 4. Regímenes autoritarios -menos de 4 puntos-, sin pluralismo político, con algunas instituciones formales débiles; elecciones bajo presión; violación a las libertades civiles, represión y censura generalizada; sin independencia del poder judicial y de los medios.
En la medición de 2022, solo 24 países fueron calificados como ‘democra cias plenas’, el 8% de la población mundial; lo que refleja un estancamiento de la democracia, con un 37% de la población bajo regímenes autoritarios, 59 de los 167 territorios analizados. Los tres países peor valorados son Afganistán, Myanmar y Corea del Norte; los mejores calificados: Noruega, Nueva Zelanda e Islandia. El estudio plantea que el 45% de la población latinoamericana vive bajo algún tipo de régimen híbrido o autoritario “con algunas excepciones, los latinoamericanos tienen un bajo nivel de confianza en las Instituciones del Estado; la región alberga algunos de los países más desiguales y corruptos del mundo”. Colombia ocupa el puesto 53, calificado como una ‘democracia imperfecta’, con un puntaje de 6,72 sobre 10, lo que representa un ligero aumento sobre el 6,48 de 2021; la mejor calificación está en ‘proceso electoral y pluralismo’, y la más baja está en ‘cultura política’. Según la revista, el pragmatismo de Petro abrió la puerta para una coalición de gobierno que le debería garantizar la gobernabilidad en su ambicioso programa de reformas. < https://www.economist.com/graphic-detail/2023/02/01/the-worlds-most-and-least-democratic-countries-in-2022>
¿Qué pasaría si la medición fuera hoy? después de la salida del ministro Gaviria, por sus desacuerdos con la reforma a la salud, junto con las ministras de Educación y Cultura; seguido de 8 ministros más hace unos días; desconocimiento de la independencia del poder judicial, señalando al fiscal de desacato a su autoridad como jefe de Estado. Parecería que, en cambio de ‘Paz Total’ estamos ante una ‘Crisis Total’, que cada vez genera más polarización y probablemente miedo. Tal vez al presidente se le olvida que fue elegido democráticamente y que esto conlleva responsabilidades importantes frente a las instituciones, la división de los poderes, y los ciudadanos. ¿Será que el costo de la paz será la desaparición de quienes piensan distinto? Tal vez a él se le olvide, pero lo que sería inadmisible es que nosotros nos quedemos como víctimas, en cambio de asumir la responsabilidad que nos corresponde como ciudadanos. Tenemos una oportunidad muy importante en las próximas elecciones regionales y locales; debemos tomar conciencia sobre la necesidad de un voto informado y responsable; es momento de construir puentes como sociedad civil para cuidar lo que nos queda de esta democracia herida. Como dice Saint-Exupéry, ser responsables, poniendo cada uno su piedra para contribuir a construir el mundo.