La reunión que tuvo recientemente el papa Francisco en Lisboa, en el marco del Día Mundial de Juventud, con un grupo de jóvenes provenientes de todas partes del mundo da un mensaje de renovación en la Iglesia, que impulsa la esperanza en una nueva Iglesia mucho más conectada con las necesidades del mundo actual. Que sea cercana a las personas y muy especialmente a las nuevas generaciones. Es la manera de asegurar que la tradición de la Iglesia se conserve y transforme para dar respuestas que permitan encarnar el mensaje del Evangelio en la historia presente. La tensión entre renovación e identidad siempre ha estado presente en la historia de la Iglesia, por ello no hay que tenerle miedo, sino enfrentarla y ser capaz de dar respuesta, sabiendo que el contexto ha tenido unas grandes mutaciones. Por ello, es muy posible que no transformarse, puede ser una gran traición a la identidad. Pues ella tiene que leerse con respecto al contexto, y si este cambia es necesario que haya retoques en la manera de vivir la identidad. Por ejemplo, no transformarse puede llevarnos a agotar la posibilidad de misericordia en la Iglesia.
La tensión se pudo palpar en este reciente encuentro del Papa Francisco. Los jóvenes solicitan darle un puesto más central a las mujeres, pero especialmente en lo que tiene que ver con el ministerio sacerdotal. Este aspecto ha sido una constante en las últimas décadas, que va más allá de un feminismo desbocado, sino a una equidad de género y de justicia por todo lo que la mujer le ha apartado a la misma Iglesia. Los esfuerzos que se hicieron en un pasado no muy lejano para cerrar el camino de la mujer al sacerdocio, está haciendo agua. No es sostenible más tiempo. Otro de los puntos de tensión está en las nuevas arquitecturas sociales en las cuales las relaciones humanas comienzan a mostrar otras posibilidades que culturalmente no tenían cabida en la normalidad establecida. Pero que han puesto una pregunta muy importante de inclusión, tolerancia, y de reconocimiento de las distintas formas que pueden asumir el amor y las relaciones de pareja. Ya el Papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, ha sostenido la importancia de saber acoger diversas expresiones. En Portugal señaló que en la Iglesia hay espacio para todos. Y enfatizó: “Todos, todos, todos…”. Pues bien, este asunto plantea una tensión grande entre los jóvenes de América y Europa con relación a la forma de ver de los jóvenes provenientes de África. Estos consideran, por ejemplo, que sería un paso suicida en África aprobar el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Jóvenes de Alemania sostuvieron que cómo así en la Iglesia se bendice en todo tipo de situaciones y aún a las cosas, ¿cómo no se va a poder bendecir una relación de amor entre humanos?
Otro de los aspectos que muestra las distintas visiones es la solicitud de unos importantes grupos de generar mayor descentralización en la Iglesia, o la que hay entre quienes solicitan repensar el celibato de los sacerdotes. Otro punto ha sido la necesidad de renovación de los cuadros que gobiernan la Iglesia, que muchas veces son los que han detenido los cambios.
¿Y cuál fue el llamado del Papa a los jóvenes? Fundamentalmente, a que trabajen por una mayor justicia social e inclusión en la sociedad, invitó a luchar contra el elitismo y la inequidad. Y a su vez los instó a que luchen por la sostenibilidad del planeta. Nuevamente, el Papa quiere que asuman en serio las encíclicas Laudato Si, Cuidado de la casa común, y la de la fraternidad y amistad social: Fratelli Tutti.