Luego de muchos años de administrar el Fondo Nacional del Café gracias a un contrato entre el Gobierno y la Federación Nacional de Cafeteros, ahora el presidente Petro decide anunciar que no lo va a renovar o a condicionar su renovación. Esto encendió todas las alarmas en el gremio y en las más de 500 mil familias cafeteras en el país.
En el pasado he manifestado diversas críticas al manejo de las inversiones del Fondo Nacional del Café. Recordemos que en las épocas de bonanza de los años 70 se lograron hacer unos importantes ahorros y que luego fueron invertidos en múltiples emprendimientos, unos muy ligados con la actividad cafetera y otros no tanto. Unos lograron interesantes impactos o beneficios y otros fueron un fiasco. En los últimos años hay algunas dudas sobre la forma como se han contabilizado algunas transacciones y otros asuntos. Tanto la Contraloría General de la Nación como otros analistas independientes han hecho reparos. Y puede ser que haya muchas cosas para ajustar, mejorar o enmendar. Bien lo decía el nuevo Gerente General, la Federación es consciente de los cambios a realizar.  
Sin embargo, la bomba atómica vino por parte del presidente Petro. Estas fueron sus palabras sobre la Federación: Primero que tiene que transformarse el gremio si quiere seguir con el contrato del Fondo. Considera que no es realmente representativo de los caficultores, de los 330 mil productores pequeños que no tienen sus títulos de propiedad en firme. Recordemos que el gremio está conformado por 540 mil familias caficultoras, la gran mayoría propietarios de pequeñas fincas o parcelas cuyos cultivos de café, en promedio, no superan las 2 hectáreas. Pues más del 50% de los pequeños no tienen sus títulos. Evidentemente hay muchos y pequeños productores y hay que focalizar los subsidios allí donde están los más necesitados. Este ha sido una crítica tradicional en algunos momentos a la Federación, por toma de decisiones que protegen más a los grandes productores y no a los pequeños. La sombrilla del gremio es para todos, pero debe haber especial cuidado con los más vulnerables.
La transformación la plantea el Presidente en dos líneas explícitas. Una primera en que la equidad debe ser más evidente. No consideran que sea consistente ni equitativo que los salarios de los directivos de la Federación sean altos. En efecto, son buenos, y en algunos casos pueden aparecer escandalosos, como el hecho que el Gerente de la Federación gane 200 millones mensuales según dijo el Presidente (supongo que con prestaciones y otras bonificaciones, pues el gerente dijo que ganaba 60 millones), pero si se comparan con otros gremios del sector privado, no lo son tanto. Lo que sí deja interrogantes profundos es cuando se compara con el ingreso de los pequeños productores. Y este no es un problema de los cafeteros, es en general de todo nuestro sistema. Hay una gran desproporción entre los salarios de la base y la cúspide de la nómina. Y este es un debate que deberíamos dar como país. Esto ocurre también con el salario de los congresistas cuando se compara con el mínimo. Es un problema de justicia redistributiva grande. ¿Debería existir un límite? Por ejemplo, que las remuneraciones vayan de un salario mínimo a 20 mínimos y no puedan ser superiores.
La segunda línea de transformación propuesta por Petro es relativa a su arquitectura organizativa. Planteó la fundación de una Confederación de Cooperativas Cafeteras de Colombia como  alternativa a la Federación de Cafeteros. Dos puntos podríamos anotar: por una parte, que se desconoce en esta solicitud todos los esfuerzos que de mucho tiempo atrás se han hecho para fortalecer la democracia cafetera. Recordemos la cédula cafetera, las elecciones periódicas y con amplia cantidad de candidatos. Y en segundo lugar, el sistema cooperativo ha servido de apalancador en el sector, pero tiene muchas limitaciones tanto técnicas como estratégicas.
Hay que reconocer que la ira del presidente con el gremio comenzó a desatarse cuando el gremio eligió como gerente general a Germán Bahamón. Pues este había sido muy  crítico de la candidatura presidencial de Gustavo Petro. Pero sería un error monumental del presidente Petro y de su Gobierno tomar la decisión de quitarle a la Federación Nacional de Cafeteros la administración del Fondo Nacional de Café. Por tres grandes razones: Una porque ha sido una tradición desde su origen, esto no nació ayer. La Federación está cercana a cumplir 100 años, y sabe como llegar hasta la base de los cafeteros, tiene muchas lecciones aprendidas en el campo del acompañamiento. En segundo lugar, los recursos del Fondo Nacional del Café son fundamentalmente parafiscales, es decir, recursos que por ley deben ser manejados con la participación de los que lo generan, pues bien, no continuar con la Federación como administradora es desconocer la representación del gremio, y podría generar líos jurídicos serios para el Gobierno. En tercer lugar, la Federación ha formado con el paso del tiempo un equipo de personas que saben del tema. Sería desconocer lo construido y lanzar el manejo de los recursos cafeteros a una incertidumbre.