La presencia de las religiones en la sociedad no siempre es fácil. A veces muchas sociedades han sufrido de manera muy fuerte el proselitismo religioso de algunos Estados, que por medio de apoyos a una religión, o persecución a otras. O también en otras sociedades que han sufrido el rigor de los estados ateos que sencillamente niegan la libertad religiosa.
La tensión entre un Estado laico y un Estado que respete la libertad religiosa genera una tensión que no siempre es fácil manejar. En los Estados Unidos en los últimos años se viene sintiendo una crispación de esa tensión. En efecto, con las decisiones judiciales que han privilegiado la libertad religiosa están siendo criticadas por que la separación del Estado y la Iglesia comienza a volverse gaseosa. Casos como las prácticas religiosas en equipos deportivos, o en colegios, ha ido subiendo el volumen de los fustigadores. La tensión entre el respeto de la libertad religiosa y la declaración de Estado laico que han hecho en la mayoría de estados en occidente, exige que los jueces, que a la larga son quienes en lo concreto terminan decidiendo los problemas, mantengan una línea consistente, que respete y asegure la protección para la expresión de las distintas tradiciones religiosas, pero que deje claro que el Estado se mantiene neutral. Pero esta neutralidad, más bien aséptica, esterilizada de cualquier trazo religioso es compleja, máxime en una sociedad como la colombiana que tiene en su tradición una influencia muy grande de la religión.
El segundo round viene por cuenta de las demandas de las víctimas de abusos de miembros de la Iglesia que han podido elevar demandas que ya estarían prescritas, pero que fueron revividas gracias a una ley de algunos estados que decidieron dar una nueva venta para elevar las demandas. Pues, bien, lo han hecho y en gran cantidad. En el caso particular de California, hay pendientes cerca de mil seiscientas demandas contra la Iglesia Católica por comportamientos de abuso de sus miembros en el norte de ese Estado. La solución para la arquidiócesis: declararse en quiebra, considera que es la forma más justa con todos los demandantes para que estén en las mismas condiciones. Indemnizar a las víctimas de los abusos cometidos por sacerdotes contra menores, es una actitud de respeto profundo con quienes sufrieron las malas conductas, y de responsabilidad ciudadana que implica un reconocimiento a las víctimas del sufrimiento y daños producidos, muchos de los cuales no tienen posibilidad de ser verdaderamente resarcidos por los estragos tan inmensos y profundos que generaron en las víctimas. Sin embargo, la declaratoria de algunas diócesis en bancarrota la ven como un mecanismo para evitar dicha indemnización, pues en el fondo protege algunos de los bienes de la Iglesia, colocando un cortafuego parcial. El esfuerzo de indemnizar es clave hacerlo como Iglesia hasta lo máximo que se pueda, las víctimas deben constituir prioridad.
El tercer escenario de tensión es el de la educación religiosa. Respetar la libertad religiosa y de educación por parte de los padres de familia, implica que haya mucha flexibilidad en el campo de la educación, y también ser muy delicados con las personas que comparten las aulas con sus hijos. Recordemos toda la tensión generada por las denuncias de ideología de género en ciertas cartillas del Ministerio de Educación. Este punto implica, sin lugar a duda, una flexibilidad muy grande, pero especialmente, una capacidad de construir desde la diferencia con tranquilidad. Esta es la clave, que a veces los extremistas no permiten, por la radicalización de posiciones que generan.
La cohabitación de las religiones y de la estructura civil en un escenario de respeto e independencia no es fácil. Implica mucho diálogo y construcción colaborativa