Cuando alguien: gobernante, empresario o artista, por ejemplo, echa mano de ideas ajenas para presentarlas como propias, está demostrando anemia creativa, insolvencia de méritos e inseguridad personal o institucional, según actúe en su propia representación o a título colectivo. Casos concretos: la copia del Aguardiente Amarillo por la Licorera de Antioquia, cuando su equipo comercial conoció el éxito que había tenido en el mercado nacional e internacional el de Manzanares, una marca tradicional de la Licorera de Caldas, enhorabuena rescatada del olvido, que pegó duro y se disparó en ventas.

El oportunismo del “gobierno del cambio” convocando marchas de apoyo a su gestión el 1 de mayo, Día del Trabajo, en el que tradicionalmente los trabajadores han marchado para reclamar derechos y beneficios y exaltar su labor productiva. Y los ciclistas que se agarran peligrosamente de la carrocería de un camión para economizar fuerzas. Esos actos los definían los antiguos rolos de Chapinero, La Candelaria y Las Cruces, de Bogotá, con un bonito verbo: “colincharse”, que tiene méritos para ingresar al diccionario de la RAE.

Viene a la memoria una simpática historia del escritor costumbrista Rafael Arango Villegas, quien, para celebrar el cumpleaños de doña Graciela Restrepo, su esposa, difundió la noticia de que ese día habría misa a las 7 de la mañana en todas las iglesias de Manizales; que a las 11 desfilarían los estudiantes de los colegios y escuelas por las calles de la ciudad (hora de salida de clases); y que a las 12 del mediodía sonarían las sirenas de las estaciones de cuerpos bomberos (como era costumbre en ciudades de sencillas tradiciones). A las 6 de la tarde, continuó el “programa” don Rafael, las familias rezarían el santo rosario y cenarían, antes de irse a dormir. El ingenioso humorista se adueñó de los hechos cotidianos de su ciudad, para presentarlos como actos en homenaje a su esposa, en su cumpleaños.

Copiar una empresa una idea ajena, es competencia desleal; agarrarse un ciclista de la carrocería de un camión en marcha, es una peligrosa temeridad; celebrar un caballero el cumpleaños de su esposa con actos rutinarios, es una graciosa metáfora; pero colgarse el Gobierno de las marchas de los trabajadores en su Día, para presentarlas como un acto de respaldo a su gestión, es un raponazo, que denota mala fe, falta de imaginación o desespero ante la evidencia de su desprestigio.

Lo que está de moda en muchos países del mundo es prepararse los aspirantes al poder (y financiarse) para ganar las elecciones, aplastando a sus contradictores, en una confrontación, ahora llamada polarización, sin propósitos y formación para superar las carencias de los pueblos, elevar su nivel de vida, destacar valores nobles, como el arte, el deporte, la ciencia y el emprendimiento; emular a los mejores gobernantes en índices de calidad y mostrar resultados que hagan méritos para el reconocimiento histórico. Impresionar con “teatro callejero”, es destacarse con payasadas.