En pocos días se ha sabido de tres logreros que, con proterva (casi delincuencial) mentalidad, han tratado de patentar sistemas productivos y económicos comunitarios que, por la misma razón, no pertenecen a nadie y son de todos: hace dos semanas, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) la negó a un personaje de Cali, que no tuvo empacho en decir que el método para elaborar panela es idea suya. (¿Cuántos años tendrá? Su “invento” está vigente desde el siglo XVII. ¿O nos han endulzado el cuento durante 400 años?).
En la SIC no hallaron nada novedoso en la propuesta, ni invento, ni utilidad, y pusieron al avivato en su sitio. Es tan descabellada su pretensión, que el respetable Ingenio Riopaila, del cual es accionista, aclaró que nada tiene que ver en ese envite a la cultura popular. Días después, se conoció que desde una empresa de propiedad de dos ‘gringas’, oriundas de Puerto Tejada, Valle del Cauca, pretenden patentar la elaboración del melao, otro derivado de la caña panelera, con el cual se hacen golosinas desde hace siglos. Uno de los dulces típicos vallecaucanos es el queso bañado en melao. (¿También inventarían el queso?). “Las negras tienen tumbao”, porque, junto con el primero, quieren tumbar a unas 350.000 familias que viven de producir panela y derivados de la caña. Muchas son caldenses; a pesar de lo cual, no se ha escuchado ni una sola voz de protesta en el departamento.
Esto no es nuevo. En 2012, la Corte Constitucional ordenó a la SIC suspender el permiso para vender productos (lícitos) de la coca, por atentar “contra el conocimiento tradicional indígena”. El usufructuario se hacía pasar por uno de ellos y usaba símbolos ancestrales para anunciarlos. En la SIC ya entienden que hay sistemas productivos con raigambre cultural, que deben proteger como parte fundamental de ellos. Se deduce de los fallos sobre la panela y el Aguardiente Amarillo de Caldas. En cambio, en el Estado no tienen noción: en el Ministerio de Cultura no saben siquiera dónde están parados. Lo cual aprovechan quienes pretenden apropiarse de lo que es de todos.
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¿Emigrada o sonsacada?: Estefanía Gómez Hurtado es hoy la gran figura del deporte caldense, pues ganó ocho medallas en los pasados Juegos Nacionales. A pesar de lo cual, las autoridades deportivas se desentendieron de ella, haciendo honor a la proverbial pachorra oficial nuestra, rayana en indiferencia, poniendo en entredicho su oportunidad de obtener cupo para los Olímpicos 2024. Como “no puedo esperar que se den los tiempos o procesos políticos”, dijo la joven, competirá por la Liga de Antioquia. El nuevo secretario departamental del deporte está extrañado. No entiende la decisión, y es comprensible: lleva 25 días en el cargo. Pero esto no lo exonera de responsabilidad y se disculpa insinuando que todo se fraguó desde la Administración pasada. Tiene lógica, vista la lambonería que Velásquez tenía por Antioquia, que pudo facilitar que de allá la sonsacaran. Estefanía se despidió reafirmando que es “orgullosamente caldense” y no olvidará “de dónde vengo”. Veremos cuánto le dura, porque como allá se creen inventores y dueños de todo lo bueno, le lavarán el cerebro. En cualquier momento dirá que nació en Cocorná o Anorí, y la perderemos para siempre.
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Tienen ojo pa’ un sucio: La Licorera de Caldas patrocinará el Once Caldas (¡más plata para Castrillón!), con el Aguardiente Cristal en la camiseta. A nadie se le ocurrió que tiene más presencia el Amarillo, por todo lo que está pasando, para reafirmar su origen caldense y mostrarlo como símbolo cultural. Por poco promocionan el alcohol impotable…