Si las elecciones fueran hoy volvería a votar por Petro. Jamás votaría por Rodolfo Hernández, Federico Gutiérrez o cualquier otro uribista y sigo pensando que la propuesta de cambio que ganó puede disminuir las brechas sociales y mejorar las oportunidades para los más excluidos.
No obstante, este arranque ha sido de decepción: la ilusión de junio se me desinfló en agosto. La llegada de un gobierno de izquierda a la Casa de Nariño fue un hecho político histórico, pero nos quedamos sin efecto local porque la rotación de poderes y rostros en Bogotá se está haciendo con la misma estructura política que hace años detenta el poder en Caldas. Acá el cambio no sólo no se siente sino que ya ni siquiera se espera. Entre progresistas de convicción hay desesperanza y perplejidad: En su estrategia de negociación y concertación Petro terminó reencauchando a la maquinaria local.
El fin de semana circularon varios audios en los que Arturo Espejo acusó e insultó al alcalde Carlos Mario Marín. La pobreza de lenguaje de Espejo revela quién es el exgerente de Emsa, así como la renuencia del alcalde para aclarar las acusaciones por corrupción ratifica las sospechas sobre su gestión. En uno de esos audios Espejo dice: “Doctor Mauricio, amigo mío, no he hecho lo que tengo que hacer por usted: usted lo apoyó; espero no lo apoye más porque si no… cuento exactamente qué personajes usted apoya y qué ha hecho ¿Oyó? Espero que actúe con su enorme poder, por allá de mayordomo de una casa”.
Que Espejo no denuncie lo que dice saber lo convierte en cómplice, pero eso es asunto de los inoperantes órganos de control, en los que los políticos locales tienen tanta injerencia. Muchos se tapan con las mismas cobijas de plumas de ganso. Mauricio Lizcano no sólo es el mayordomo que compra costosos enseres para la Casa de Nariño desde que Petro lo nombró director del Departamento Administrativo de la Presidencia, sino que es el político caldense más cercano al poder presidencial y, en consecuencia, todo el que aquí quiera hacer gestiones ante Petro pasa por su filtro. Eso lo convierte no solo en el mayordomo de la Casa de Nariño sino también de Caldas, justo cuando los liberales afrontan el proceso de las marionetas contra Mario Castaño, su jefe titiritero convertido en confeso delincuente.
En las pasadas elecciones regionales Lizcano estaba en Estados Unidos. En todas las entrevistas repite que estudió 2 años en Harvard y cada vez que lo oigo recuerdo a Patricia Fernández, la peliteñida de Betty La Fea, diciendo que estudió 6 semestres en la San Marino. Desde Boston Lizcano derrotó a los liberales y puso gobernador y alcalde, como lo dijo Espejo en su audio. Esta semana María Jimena Duzán recordó en su podcast la real motivación de Lizcano para salir del país: “No fue solo irse a estudiar sino también capotear las investigaciones que tenía, una de ellas por presuntos vínculos paramilitares y otra por presuntas relaciones con el Cartel de la Toga, esa estructura criminal en la que magistrados y abogados pedían coimas para arreglar pleitos contra políticos. Sin embargo, en 2021 las dos investigaciones fueron archivadas”.
Faltó mencionar el caso de la finca Guamerú, en la vía de Pacífico 3, un escándalo por presunto acceso a información privilegiada cuando Lizcano fue congresista, que terminó con la censura del programa de Pirry en RCN TV. El hecho es que regresó absuelto y estrenando filiación: después de haber sido uribista y santista se volvió petrista porque su ADN político es el de oportunista. Pero antes de aterrizar en la campaña presidencial tuvo tiempo para armar una lista por firmas a la Cámara, Gente en Movimiento, que fue la más votada de Caldas. Así logró curul Wilder Escobar, quien siendo gerente de Empocaldas contrató por casi $100 millones a la pareja de Lizcano, para una asesoría jurídica en una entidad con abogados de planta. Una de las candidatas quemadas de Gente en Movimiento entró esta semana al gabinete departamental en Caldas.
Leo la larga lista de precandidatos a la Gobernación y la Alcaldía y me pregunto: ¿cuál de todos esos nombres podrá ganar sin aliarse con políticos que actúan como mayordomos o titiriteros?