Francia Restrepo de Mejía, exdirectora regional Caldas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

Foto | Cortesía de la U. Autónoma de Manizales | LA PATRIA

Francia Restrepo de Mejía, exdirectora regional Caldas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

 

“Siempre fui muy aplicada, pero muy necia. Donde oían correr y sonar un balón, era yo”. Así comienza Francia Restrepo de Mejía a describirse, a quien la voz no le titubea para sucumbir ante los recuerdos de lo que ha sido su trayectoria profesional y personal.

Francia Restrepo de Mejía es una caldense que entrega su vida al servicio social del departamento. Se destaca por haber sido docente y directiva en las universidades de Caldas y Autónoma de Manizales; cofundadora de la Fundación FESCO, en 1985, y de la facultad de Fisioterapia de la U. Autónoma, en 1988. Además, directora regional Caldas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

Los títulos la definen como médica cirujana; médica física en rehabilitación, magíster en Investigación y Desarrollo Educativo y Social, magíster en Neurociencia y Biología del Comportamiento y doctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud.

Por encima de su amplia preparación académica, ella se define como una mujer feliz; una mujer que siente gratitud por ser instrumento para que muchas personas se desarrollaran en el área de la Fisioterapia.

“En ningún momento digo: soy una berraquita. Siento gratitud con la vida por haberme permitido ver la oportunidad y tener el apoyo suficiente de instituciones y directivos para poder montar lo que hice”, agrega.

La Francia joven

Francia se casó con Luis Ignacio Mejía, un compañero de su carrera, cuando aún cursaba sexto semestre de Medicina en la Universidad de Caldas. Hasta ese momento vivió con sus padres, Mario Restrepo e Inés Londoño, y su hermana mayor, Luz Restrepo. Ella comenta: “Eran una familia muy linda. Tuve una infancia y una juventud muy cuidada”.

La primaria la hizo en la Escuela María Inmaculada, que se ubicaba cerca de la Basílica menor de la Inmaculada Concepción, ahora en el Parque de Caldas. De allí, confiesa Francia, la echaron por revolucionaria.

“Era una época muy distinta: las mujeres no podíamos ponernos brillo, ni cabalgar. Entonces, nos fuimos todas al colegio con pantalón debajo de la falda; en un recreo nos quitamos la falta y salimos. Yo decía: esto no es justo, estas bobadas de ahora no son justas”.

Para su época, Francia era una adolescente con una visión futurista. Este pensamiento, de acuerdo con ella, se lo debe a sus papás. Mario era un hombre letrado y bien pensado, e Inés una mujer muy moderna. “Mi papá me dejaba leer mucho. Era una lectora consumada, entonces a mí me parecía que estábamos viviendo en la época de las cavernas”.

El bachillerato lo adelantó en el Colegio El Sagrado Corazón de Jesús. Durante ese tiempo se convirtió en una deportista aficionada y en una apasionada de la arquitectura, así que cuando cursaba grado 11 se preparó para mudarse a Medellín e iniciar en la Universidad Pontificia Bolivariana su carrera como arquitecta.

Cuando terminaba el año escolar, en 1964, su padre, Mario Restrepo, se enfermó. “Yo pensé, si a mi papá le pasa algo yo me tengo que venir y dejar la carrera partida. Entonces, a fin de año cambié de parecer, y me pregunté, ¿qué de lo que hay en Manizales me gusta?, y dije: lo que me gusta, por el servicio a la gente, es la Medicina”, relata Restrepo.

 

Carrera médica

En 1972 Francia culmina su carrera como médica cirujana, y junto a su esposo se fue a hacer el rural a Supía. Estando allá la Beneficencia de Manizales les ofrece a ambos una beca para especializarse en la Universidad Nacional de Colombia en Medicina Física y Rehabilitación, lo que ahora se conoce como Fisiatría.

El requisito de la beca era regresar al departamento y devolverle a la comunidad lo aprendido. Y, parece que a Francia este requisito se le convirtió en un mantra para la vida, porque desde entonces dedicó su carrera profesional al servicio de la salud de los más vulnerables.

“Cuando Luis volvió, empezó a trabajar en el Hospital Universitario y yo en el Hospital Infantil y en el CEDER”, narra Francia. Seguido de ello recuerda que le encantaban los temas de Medicina Comunitaria: “Los trabajos en los barrios populares, atender a los niños en el Hospital Infantil me encantaba. Yo me enganchaba con las familias y hablaba mucho con ellas. Cuando me ofrecen la beca pensé, ¿qué mejor que poder servir a gente en rehabilitación?”.

Estando en el Hospital, Francia arranca su maestría en Investigación y Desarrollo Educativo y Social. Como producto de esa maestría, nace la Facultad de Fisioterapia de la Universidad Autónoma de Manizales. “Era la primera vez que las fisioterapeutas no eran tecnólogas ni licenciadas sino profesionales, porque montamos una carrera de cinco años con investigación y con proyección comunitaria”, precisa.

 

El cierre profesional

Francia Restrepo fue la primera decana de la facultad de Fisioterapia de la Universidad Autónoma de Manizales. Estuvo en ese cargo hasta que le ofrecieron ser directora del ICBF.

Comenta: “A mí no me interesaban los puestos públicos, pero con la oportunidad de poder trabajar con la infancia desprotegida me vinculé a Bienestar y estuve allí 10 años”.

Durante la administración Restrepo, “la regional fue la primera del país, porque cuando yo llegué Bienestar estaba muy politizado, había muchos empleados que tenían que pagar cuotas a los partidos, y yo acabé con eso. Dije: así me echen de aquí, pero yo no voy a permitir que los empleados míos tengan que apostar a los partidos políticos”, expresa Francia.

A lo anterior, se le sumó el buen direccionamiento de los gastos, “que iban completamente dirigidos a los niños y a sus familias, sin malgastar un solo peso y sin dejar que se los robaran”.

Cumplidos los 10 años, en 1998, Francia siente que el ciclo en lo público ha terminado y que había llegado el momento de volver a la academia.

“Las cosas se estaban empezando a politizar, no en la regional, sino arriba. Había cambios que no me gustaban; porque no es que no me guste la política, bien llevada me parece muy bien, pero no cuando ya se usa la politiquería en donde uno ve que los que sufren son los usuarios. Eso me fue aburriendo entonces renuncié, y lo hice con mucho cariño”.

 

En la Autónoma

En 1999 Francia, a sus 52 años, ya estaba de regreso a la U. Autónoma como vicerrectora, invitada por Humberto Montoya. Luego, se dedicó a terminar su doctorado y a la investigación dentro de la Institución.

Esa niña revolucionaria, que se formó en la Escuela María Inmaculada, ya tiene 72 años, y aunque ya no trabaja en la Universidad, continúa vinculada a ella como asesora de tesis.

Su misión fue la del servicio desinteresado. Considera que lo único que le faltó fue aprender un segundo idioma, para intercambiar con otras personas el conocimiento con mayor facilidad. “Realmente nunca me ha interesado la plata, sí me importa vivir bien, pero nunca el dinero. Entonces siempre con lo que he vivido he estado muy satisfecha”, concluye Francia Restrepo de Mejía.

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