Jöel Dicker se ha convertido en un superventas porque ha convertido el género negro en una nueva posibilidad. Mantiene en vilo al lector hasta el final y el giro de los acontecimientos siempre es una sorpresa que saca una sonrisa, o de pronto una palabrota, porque el lector se siente engañado.

Un policía del equivalente al Swat en Suiza es pintado en las primeras páginas como un obsesionado voyerista, aunque era hasta ese momento un modelo de policía y que hace pinos para ser el sucesor del jefe. Sin embargo, debajo de esa capa de eficiencia se encuentra un hombre que en los últimos días se ha dedicado a espiar a la esposa de un nuevo conocido. No solo desea ese cuerpo, sino que envidia la vida, toda, de esa pareja.

Su esposa, una empleada en una tienda por departamentos, se ha ido convirtiendo en la confidente de esa otra mujer y también la envidia, a su manera. Es el presagio de los conflictos que se avecinan.

Sin querer queriendo, el policía termina por topar con otro merodeador alrededor de la casa de la estilizada pareja.

En busca de dar con este personaje y, por supuesto, de seguir más cerca de la causante de sus deseos, empieza a indagar y va descubriendo más cosas de las que necesita saber, al punto de que procede la sospecha. Poco a poco los personajes empiezan a verse envueltos en diferentes situaciones que van revelando los secretos de cada uno hasta que se nos va revelando que ninguna vida es lo que parece, menos la de un animal salvaje con piel de oveja.

Un animal salvaje se aleja de las novelas que involucran al escritor Marcus Goldman, el principal personaje de su saga más exitosa (El caso Harry Quebert, El caso Alaska Sanders y El libro de los Baltimore). En esta oportunidad el crimen no es un homicidio, se trata del robo a una joyería en Ginebra en el 2022. Y este hecho empieza a poner en perspectiva el pasado, se desnudan los secretos de los personajes. Todos tienen algo que esconder.

Los giros en esta novela son sorprendentes, aunque el lector se pueda sentir que le jugaron con cartas marcadas porque era muy obvio para no haberlo visto.

Las páginas nos develan de forma muy graneada también quién es Fiera, el personaje extraño que merodeaba también por la lujosa casa de cristal donde vive la pareja con sus dos hijos. Una historia antigua que ata a tres viejos amigos, y a su turno a viejos cómplices. La novela se desarrolla en un territorio entre Francia y Suiza (de donde es oriundo Dicker). Y los capítulos van del pasado en Francia al presente suizo, pero con descubrimientos que nos hacen dudar hasta del autor mismo. Las intrigas pasan por los celos, por las desconfianzas, por las traiciones y por las deducciones apresuradas, hasta desmadejar la vida de todos, y ninguna volverá a ser la misma.

De nuevo, me quejo por esos modismos tan españolizados, como si no tuvieran para hacer además una traducción al español latinoamericano. Ya es hora de que nos pongamos serios con eso.

En fin, lean esta nueva aventura de Jöel Dicker y #HablemosDeLibros.

 

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Un animal salvaje