Hace 20 años podía caminar por el barrio Solferino con mínimas precauciones, visitaba a mis amigos y amigas. Hoy no voy solo, porque sé que allí se libran luchas entre jóvenes por las monedas del negocio del tráfico de drogas. Eso implica alquiler de armas para cometer atracos, microextorsiones y otras manifestaciones de delincuencia.
El sentido común me llevaría a patalear pidiendo que la Policía actúe con fuerza, autoridad, transparencia y efectividad. Pero en realidad los primeros responsables de crear un entorno seguro no son los uniformados, sino los que planifican la ciudad y quienes ejecutan los proyectos.
Cuando decidieron que allá había que expandir y construir más barrios tuvieron la oportunidad para hacer tejido social, es decir, una forma de relacionar a los seres humanos para que convivan.
Pero como lo único que funcionó fue el afán de que se viera el cemento para obtener votos, entonces hoy yo no puedo ir a Solferino solo y menos a los barrios nuevos porque me convertiría en potencial víctima de una agresión.
El crecimiento de la Comuna Cinco, hoy Ciudadela del Norte, ni siquiera ha sido vertiginoso. Los políticos y planificadores fueron los lentos para interpretarla o no quisieron hacerlo más allá de verla como un nicho electoral, donde es mejor mantener la pobreza para conseguir votos con ofertas que los miserables no pueden rechazar.
Cuatro homicidios este año en esa zona, guerra de combos que se supone habían hecho un pacto de no agresión, robos y consumo de estupefacientes. Gracias señores políticos, en nombre de sus antecesores y de sus sucesores, destaco bien su tarea por lumpenizar a Ciudadela del Norte.
No convencerán a las personas inteligentes de que esas otras cosas pasaron en otras administraciones. Una pequeña búsqueda permitiría descubrir la infame participación de todos los políticos manizalitas en esa descomposición social. Es el mismo molde para todos.
Se trata de los mismos que hicieron posible que ese sector de forma caótica pasara de tener 39 mil habitantes en 2007, según el DANE, a 64 mil en 2009, de acuerdo con cálculos basados en datos de la misma entidad.
Los indicadores de calidad de vida son desastrosos, predomina el estrato 2, es decir que allí solo se puede ser pobre. Me atrevo a creer que allá fue donde en las pasadas elecciones obtuvieron la mayoría de votos los candidatos.
Buses repletos de votantes, eso es la Comuna Ciudadela del Norte para los políticos.
Desde antes de tener cédula mantengo la sensación de que no hay voto más desperdiciado que el que se le entrega a un político de esta ciudad.
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