Ese bultico fastidioso y potencialmente dañino que le pillaron al Presidenta Santos hace una semana llamó demasiado la atención. Sobre todo cuando los medios de comunicación más gráficos ilustraron el tacto rectal que es la forma en que le descubrieron las células cancerígenas al mandatario, a quien vimos optimista y hasta sonriente.
Algo parecido nos pasa en Manizales y por extensión en Caldas, salvo porque un ciudadano común y corriente jamás correrá con la suerte presidencial de que le curen un cáncer de próstata dos días después del diagnóstico. Y así es la ciudad y su gente, comunes y corrientes.
Miremos no más algunos ejemplos: los llamados doctores en la administración pública, supieron hace décadas que tenemos una desastrosa red de acueducto. El diagnóstico hicieron con tacto de médico de Presidente y hablaron del problema. Los habitantes sonreíamos entonces como Santos.
Pasaron los años y con frecuencia prometieron la salvadora cirugía, quirófano listo, especialistas alineados, pago adelantado... pero al paciente jamás lo citaron. Lo más inaceptable era hacer un reembolso, ni locos que estuvieran. En noviembre de 2011 el cáncer hizo metástasis en el barrio Cervantes. El desenlace ya lo conocemos.
¿Acaso no ha pasado lo mismo con la Industria Licorera de Caldas? ¿Cómo es posible que esa próstata tan alentada y fluida, digna de un macho men, siga funcionando luego de tantos embates del cáncer? Ese tacto de los doctores desde los años 90, hasta donde abarcan mis recuerdos (en particular me refiero a los contratos de publicidad), se repetía una y otra vez, pero el enfermo seguía sin curación. Uno de esos especialistas que más tactos hizo anda por ahí suelto y perseguido -¡Qué Fehó eso!-. Hasta que el mal hizo metástasis en forma de fuego.
El Transporte Integrado de Manizales es lo mismo. Recuerdo a varios ciudadanos felices, así como el Presidente Santos, comprando sus tarjetas de recarga de pasajes, que por cierto nunca usaron, pero esperanzados en que iban a montar en un sistema moderno, cómodo y práctico, del cual sentirse orgullosos.
Sin duda con gran tacto los doctores diagnosticaron y propusieron la operación, pero aparte de un ensayo con el paciente, jamás lo curaron. Ese enfermo aún no hace metástasis, pero ya hay síntomas de mucho riesgo.
Ahora hablemos del tacto mayor, del campeón de todos los tactos: las elecciones. Brigadas enteras de doctores salen a la plaza pública a desnudar todos los males del territorio, arengando a sonrientes y apasionados ciudadanos, ya casi a punto de clímax, hasta recomiendan medicinas y curas definitivas. Solo así se entiende que la misma cantidad de votantes de hace cinco años haya salido a elegir mandatarios, concejales y diputados en octubre de 2011, y no a votar en blanco que era una muy buena opción, en medio de la peor crisis por falta de abastecimiento de agua que haya padecido Manizales.
En los años que vividos en esta ciudad he visto tiempos esperanzadores cuando los ciudadanos comenzaban a librarse de las células cancerosas que conforman ese bulto dañino llamado corrupción. Pero a esos doctores les encanta descubrirla, relacionarse con ella y jurarle al paciente que lo van a curar.
Los pacientes sonreímos esperanzados, pero finalmente el cáncer termina manifestándose mediante desastres y tragedias, desorden, suciedad, delincuencia, saqueo de las entidades y recursos públicos, descuido de la malla vial, entre otros. Todo esto porque no somos el Presidente Santos, sino gente común y corriente que ama a Manizales, ciudad a la que solo le hacen el tacto, sonríe, paga por el tratamiento, pero no la curan.
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