Un niño se incrustó una varilla mientras jugaba en el barrio San Joaquín, de Manizales

LA PATRIA | MANIZALES

Las travesuras de tres hermanitos casi terminan en una tragedia en el barrio San Joaquín, de Manizales.

Cuentan los vecinos que tres niños saltaban, gritaban, entraban y salían, una y otra vez, de una casa de la carrera 26 con calle 26, frente a la iglesia de ese barrio. Juan Diego Aguirre, de 11 años, se trepó a las barandas del antejardín. El niño trastabilló y la punta afilada de una varilla se le incrustó en su antebrazo derecho.

El infante creyó que solo era su camisa la que se había enredado. Pero la punta del elemento de hierro le cruzó de lado a lado la piel y, por fortuna, no penetró el hueso, ni comprometió ningún órgano vital. Tampoco hubo sangrado, narró Julián, padre del menor afectado.

Conmoción

Los gritos de Juan Diego estremecieron a toda la cuadra y llegaron hasta la carpintería de la esquina, mientras un residente de la casa en la que ocurrió el accidente trataba de calmar al menor, que estaba pálido.

"Los dos hermanos estaban muy nerviosos. Al rato llegaron, muy angustiados, varios familiares de los niños, entre ellos, la mamá”, narró un vecino.

Fue necesario que algunos lugareños los calmaran para que ese estrés y nerviosismo no aumentara el que ya tenían Juan Diego y sus dos hermanos. Tras el llamado de la comunidad, al lugar acudieron los bomberos de la estación Fundadores.

Según testigos, unos 20 minutos tardaron los socorristas para partir la varilla con una cortadora eléctrica. Con ese elemento aún incrustado en la piel del antebrazo del niño, lo llevaron por tres centros asistenciales de Manizales: el Hospital de Caldas, el Centro Piloto y el Hospital Santa Sofía.

En los dos primeros argumentaron que no tenían los equipos para intervenirlo y, en el último, le hicieron la cirugía a las 10:00 de la noche del miércoles. "Está estable y en recuperación”, narró el padre Juan Diego.

Según los residentes de la zona, los infantes no eran de esa cuadra. Al parecer, sus padres se descuidaron y ellos se subieron dos cuadras buscando un sitio para jugar. Por fortuna, el hecho solo dejó un susto y un aprendizaje para los adultos: hay que velar por los niños para evitar tragedias.