En Riosucio esperan que hoy lleguen los cadáveres de Rodrigo Bañol Bañol, Jesús Mejía y Juan Demetrio Hernández, indígenas que se habían ido de su terruño en busca de mejores oportunidades, pero encontraron la muerte el domingo pasado en Sutatausa (Cundinamarca), cuando explotó la mina de carbón en la que trabajaban.
Fueron las únicas víctimas del accidente, ocurrido a eso de las 4:30 de la mañana en la vereda Peña de Boquerón, de ese municipio. El alcalde de Sutatausa, José Humberto Rodríguez, les dijo a los medios de comunicación que se presume que una acumulación de gases provocó la explosión, aunque hasta ayer al cierre de esta edición el Servicio Geológico Colombiano no había emitido ningún reporte. De todas formas se confirmó que la mina era legal.
Quedaron a unos 300 metros de la bocamina y el difícil rescate duró unas ocho horas. También se supo que el hecho ocurrió cuando apenas ingresaban para comenzar la jornada.
El recuerdo
Rodrigo Bañol Bañol tenía 23 años y nació en la comunidad La Esperanza, del resguardo indígena Nuestra Señora Candelaria de la Montaña. Su tío Israel recuerda la infancia que su sobrino pasó en Riosucio, en una familia de escasos recursos que vivía del café.
Al cumplir su mayoría de edad decidió buscar un mejor futuro fuera de esa tierra, como suelen hacerlo muchos jóvenes de la zona, aceptó Israel. “Hacía como un año que estaba por allá”, recuerda. “Vino hace tres meses y me dijo que el trabajo era muy duro, pero que estaba bien”.
Tenía dos hermanas y un hermano, este último mayor que él y quien también trabaja en Sutatausa como minero. “Estaban juntos, aunque tengo entendido que Santiago, el otro, trabajaba de noche, y Rodrigo lo hacía de día, en un turno que comenzaba a las 4:00 de la mañana y terminaba a las 2:00 o 3:00 de la tarde”.
El recuerdo que Israel guarda de su sobrino es el de un muchacho “alegre, espontáneo, buen amigo y trabajador, entregado a sus padres”.
Los otros dos hombres muertos también eran indígenas del mismo resguardo, pero de la comunidad El Salado, ubicada a una media hora del casco urbano de Riosucio. Jesús tenía 26 años y Juan Demetrio, 42.
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