Cuando se adoptan malas posturas el estrés es uno de los factores y lo grave es que se pueden decantar en enfermedades de la espalda y cuello, entre ellas, la artrosis cervical. La herencia y el envejecimiento natural también son factores que inciden. Y, por supuesto, la obesidad, que ocasiona exceso de trabajo para la columna y el cuello.
Se conoce con el nombre científico espondilosis, y es el resultado de la “vejez de las vértebras y el desgaste que llega con la edad en las articulaciones y huesos de la columna vertebral”.
Para la fisioterapeuta Silvia Ovalle, los tratamientos para las afecciones de la columna y sobre todo en el caso de la artrosis cervical, incluyen el descanso de esa región, así como las posturas que se usan y que causan molestia en esa zona. Es importante revisar la almohada y el colchón, ya que es donde menos se controlan las posturas que se adquieren y hay que corregirlas para aliviar el dolor, lo mismo que los problemas causados por la artrosis.
Para tratar el dolor de manera más natural se pueden aplicar compresas frías.
"El tratamiento para la artrosis cervical incluye masajes musculares en la zona donde se produce el dolor, así como la utilización del ultrasonido e hidroterapia". También relajantes musculares, eso sí recomendados por el médico.
Según Ovalle tener el cuello ligeramente flexionado es la mejor posición. Si el cuello tiene este padecimiento debido a un accidente, la extensión del cuello es lo recomendable. Utilizando el peso de la cabeza, la persona puede permanecer en posición horizontal, boca arriba, con la cabeza sobresaliendo de la cama. En el caso de la artrosis, la recomendación sigue siendo la posición horizontal, pero boca abajo, con la cabeza sobresaliendo de la cama.
"Todos estos tratamientos se deben trabajar en forma paralela con el mejoramiento de la calidad de vida y la disminución del estrés, que es uno de los factores que más propicia que se tensión en los músculos, las malas posturas y por consiguiente, el dolor”.
De no recibir tratamiento por la artrosis, el desgaste llega a afectar a los discos intervertebrales y a las vértebras, que comienzan con la producción de calcificaciones entre las vértebras, lo que achica el espacio entre la médula espinal y los nervios a su salida hacia los brazos y hombros.
Esta compresión produce un dolor crónico que irradia hacia las extremidades. Sin embargo, no es una indicación para la cirugía, que sería necesaria en casos severos. Consiste en retirar las porciones de hueso que se han formado entre las vértebras y que generan la presión.
- Envejecimiento.
- Herencia. La predisposición familiar se da principalmente en las mujeres.
- Obesidad: el sobrepeso daña el cartílago articular.
- Trastornos debido a que la forma de la articulación o de un miembro no es la normal, por ejemplo cuando las piernas están torcidas o una pierna es más larga que la otra.
- Lesiones locales: fracturas, golpes importantes o inflamaciones de cualquier causa en una articulación.
- Exceso de uso: es el caso de los deportistas.
- Dolor crónico en el cuello, que empeora con el movimiento.
- Debilidad muscular, con sensación de adormecimiento en hombros, brazos e incluso en manos y dedos.
- Rigidez, que puede limitar los movimientos del cuello.
- Dolor de cabeza.
- Pérdida de equilibrio.
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