María Rosalba Osorio Escobar y Luis Fernando

María Rosalba Osorio Escobar y Luis Fernando, pareja de adultos mayores de la vereda Alta Mira (Chinchiná).

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El programa de la Revolución de la Vivienda en el departamento de Caldas marca un logro histórico en calidad de vida y dignidad, alcanzando resultados que transforman vidas. La actual Administración Departamental dejará 1.232 viviendas construidas. En cifras actuales, se han construido 346 viviendas rurales, 173 bloqueras comunitarias y 141 viviendas adecuadas y finalizadas entre 2020-2021. Además, se han realizado 1.296 mejoramientos, 182 titulaciones y 62 protocolizaciones de apartamentos, lo que suma un total de 2.200 caldenses impactados por uno de los programas de vivienda.

Las historias de la revolución que cambia vidas: 

María Rosalba Osorio Escobar y Luis Fernando, una pareja de adultos mayores en la vereda Alta Mira (Chinchiná), quienes dejaron atrás una vivienda en condiciones precarias y hoy disfrutan de un nuevo hogar.

En la Vereda La Esmeralda (Manzanares), Ana María García Giraldo y su familia, junto con su suegra, compartían un espacio en su antigua vivienda. Hoy, con un hogar nuevo, anhelan disfrutar de una Navidad iluminada.

En la Vereda El Lombo, Manzanares, Don Norbey Ramírez Herrera, junto con su esposa e hijas, han logrado vivir más cerca del pueblo, permitiendo un acceso más sencillo a la educación de sus hijas.

María Doris Buitrago Bedoya y su esposo, víctimas del conflicto armado, encontraron una nueva oportunidad en la Vereda La Ceiba, Manzanares, con una vivienda que simboliza la esperanza y la superación.

José Bianor Patiño Patiño y su familia en la Vereda Rincón Santo, de Marulanda, ahora disfrutan de una vivienda mejorada, eliminando las condiciones precarias en las que antes residían.

Leonora Llano de Vergara, una valiente mujer de 85 años, que ha obtenido una vivienda adaptada a sus necesidades. Un testimonio de cómo la Revolución de la Vivienda en Caldas crea un futuro inclusivo.

En la Vereda Dos Quebradas, Manzanares, Octavio Antonio Quiceno López, de 85 años, junto a su hermana de 77 años, invidentes, abrazan una nueva vida en su hogar renovado. Su primo, vecino, cuida de ellos en este nuevo capítulo lleno de esperanza.

Este logro histórico, reflejado en el rostro alegre y optimista de centenares de caldenses, demuestra que, a través del compromiso y la colaboración, se pueden transformar vidas y comunidades enteras. La Revolución de la Vivienda en Caldas continúa llevando esperanza a los caldenses menos favorecidos de los rincones más apartados del departamento.

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