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La seriedad con la que se asumen y se atienden los compromisos hablan de lo que es un gobierno. Ninguno puede darse largas en esto, como viene haciendo el Gobierno nacional. El presidente, Gustavo Petro, organizó una reunión el miércoles en el Palacio de Nariño, a la que invitó a congresistas del Eje Cafetero; alcaldes de ciudades capitales, excepto al de Manizales, Jorge Eduardo Rojas, y a gobernadores, pero nunca llegó. Dejó plantados a 10 congresistas, a dos gobernadores y a delegados de Caldas, que esperaban encontrarse con él para abordar temas de interés regional.

Para completar el desaire y la clara descoordinación de la agenda presidencial, la cita era a las 8:00 a.m., fue postergada para dos horas más tarde, pero arrancó a las 11:45 a.m. con Laura Sarabia, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia, anunciando que el presidente estaba en una reunión relacionada con las EPS. Preguntó, a estas alturas de avance del Gobierno, cuáles eran las necesidades en la región. Se quedó unos cinco minutos y se retiró. También estaba el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, que parece con la responsabilidad de “apagar incendios” en Palacio, y los ministros de Educación y de Transporte. Velasco continuó la reunión, que terminó sin definiciones porque no estaban en sus manos.

Nos unimos a las reacciones de congresistas del Eje, porque lo ocurrido es una falta de respeto con Caldas, Risaralda y Quindío, que igual que otras regiones de Colombia han sido desatendidas por el Gobierno Petro en sus necesidades. Ese no puede ser el compromiso con las regiones, pues los requerimientos fueron expuestos claramente desde la construcción del Plan de Desarrollo Nacional en el último trimestre del 2022. ¿Qué pasó con la información de las reuniones que hizo el propio Gobierno en las regiones para el Plan? ¿No la conocen todos los funcionarios de la Presidencia?

Con esto, el Gobierno Petro alimenta el escepticismo y la desconfianza en la política. Las regiones no están siendo escuchadas y sus gobernantes experimentan soledad, así la Presidencia quiera posar de aperturista, porque en el fondo se cierra y no hay interlocutores para resolver problemas, para tomar decisiones de fondo y para dialogar seriamente. Caldas por ejemplo, que insiste en sus necesidades viales y de infraestructura, no sabe hoy qué va a pasar con proyectos como Aerocafé y las concesiones viales. No puede el presidente Petro dar un tratamiento de quinta y dejar plantados a sus invitados, como hizo también con los cafeteros hace ocho días, muchos de esta región.

Se le empieza a agotar el tiempo al presidente. Su Gobierno debería estar rindiendo cuentas de las ejecuciones en las regiones durante estos casi dos años y planificando los otros dos que les quedan, pero si están dedicados a auscultar las necesidades lo que están es retrocediendo y no llegarán las inversiones que se requieren. El ministro Velasco, como salida, atinó a decir que se tendrá que reprogramar una reunión a la que sí pueda asistir el presidente Petro y en la que se evalúen los proyectos estratégicos regionales contenidos en el Plan de Desarrollo. Si eso se da, ojalá minutos antes no tengan que volver a decir los asistentes que el presidente nunca llegó.