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Delegados de 194 países hacen presencia en la COP28, la conferencia anual de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el cambio climático que empezó el jueves en Dubai (Emiratos Árabes) y tendrá 10 días más para trazar las líneas que regirán al mundo en esta materia, que tiene que ver con la supervivencia de la raza humana en mejores condiciones ambientales y con las economías de todos los continentes. Es un cometido que se ha venido intentando, pero todo parece haberse quedado en retórica.
Esta COP28 promete hacer una evaluación global, dar una mirada a lo que se ha hecho en el mundo en la lucha contra la crisis climática y qué hay que corregir para conseguir los objetivos dirigidos a detener el aumento de la temperatura media mundial, reducir las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) al año 2030 y definir mecanismos de financiación y ayudas mundiales. Por eso, además de representantes de gobiernos y estados que aportarán a estos propósitos, participan como observadores líderes ambientalistas, organizaciones, empresas, inversionistas, científicos.
Los datos más recientes son aterradores. Indican que las temperaturas mundiales siguen alcanzando niveles récord. La ONU previene que el hielo marino de la Antártida está en su punto más bajo; es un área aproximada del tamaño de Portugal, España, Francia y Alemania juntos, y de continuar su deshielo supone una catástrofe. Este es solo un efecto de muchos que hay alrededor del mundo por la crisis climática. En Colombia tenemos ad portas el Fenómeno de El Niño, con temperaturas excesivamente altas y sequías que golpearán más la economía y la salud.
De mantener la tendencia actual se pondrá en riesgo lo establecido en el Acuerdo Climático de París en la COP del 2015, que entre otras cosas se propuso reducir el calentamiento por lo menos 2 grados centígrados y establecer detalles de los mercados internacionales de carbono. La labor ya comenzó identificando problemas y caminos de salida, ahora deben ejecutarse procesos centrados en la naturaleza, los seres humanos y los medios de subsistencia para llegar a la transición energética y así reducir las emisiones contaminantes.

A la COP28 asiste el presidente Petro, que en su intervención propuso el tratado de no proliferación de combustibles fósiles, que dice no está incluido en el Acuerdo de París, y además la transición hacia un modelo energético sostenible mundial. Chile también hará lo propio, buscando posicionarse como un país a la vanguardia para el desarrollo de energías renovables. Bienvenidas todas las ideas para lograr los objetivos, pero la acción climática no puede ser una plataforma de figuración mundial, menos para perfilar liderazgos ni para quebrar economías; tiene que convertirse en un esfuerzo colectivo para adaptarse a los cambios y poner la tecnología al servicio de la mitigación del calentamiento global.