Es lamentable ver cómo el rey emérito de España, Juan Carlos I, quien fue tan importante en la transición de la dictadura a la democracia hace cuatro décadas, tiene que echar mano de una especie de destierro voluntario, debido a sus malos comportamientos. Hoy, el padre del rey Felipe VI, quien abdicó al trono en el 2014 a favor de su hijo, es investigado por la justicia suiza y la española por corrupción, y su permanencia en el Palacio de la Zarzuela era insostenible. Como sea, la monarquía española queda herida gravemente.
El escándalo tiene que ver con el origen de 100 millones de dólares que habría recibido secretamente, de Arabia Saudita, el rey emérito, en una cuenta en Suiza en el 2008. El Tribunal Supremo español abrió una investigación en su contra, debido a una grabación de su examante alemana Corinna Larsen que lo comprometen con haber recibido una comisión por un contrato para la construcción de la vía férrea de alta velocidad entre La Meca y Medina, en pleno desierto árabe.
La decisión de irse de España es considerada por analistas un acto sensato, que apunta a reducir los daños a la monarquía, pero la realidad es que pese a los agradecimientos de Felipe VI a su padre por ello, el descrédito ya es bastante y el perjuicio parece irrecuperable. A medida que pasa el tiempo aparecen nuevos elementos que evidencian una compleja trama para ocultar la coima. Las investigaciones de la Fiscalía de Ginebra han sido determinantes para hacer visible el ilícito.
A los españoles esta situación los enfrenta con una realidad muy difícil de digerir, tomando en cuenta que Juan Carlos de Borbón estuvo durante 39 años en el trono, y durante una época en la que gozó del respeto general. Lo que se ha ido conociendo es realmente perturbador para todos. Aún hay dudas frente a las diversas denuncias, pero lo cierto es que la credibilidad del rey emérito está desgastada.
Todos recuerdan su accidente de cacería, en Botsuana, en 2012, durante un safari de lujo pagado por un empresario de Arabia Saudita. Fue un hecho indignante para el pueblo español en plena crisis económica. Después vino el escándalo con su yerno Iñaki Urdangarin, quien terminó en la cárcel, debido a sus delitos fiscales, prevaricación, fraude y tráfico de influencias. El viejo rey amado ahora es evadido hasta por quienes fueron sus mejores amigos.
Al actual rey le ha tocado salir a apagar el incendio, lo que ha implicado decisiones complejas como retirarle a su padre la asignación de 200 mil euros anuales, así como la renuncia pública a su herencia. El gran interrogante que muchos tienen es si el exsoberano asistirá a los requerimientos judiciales que vendrán, ya que una inasistencia suya traería más problemas a la Corona.
Su triste manera de terminar la vida es similar a la de su abuelo, el rey Alfonso XIII, quien salió al exilio hace un siglo y nunca regresó a España. Todo esto demuestra una vez más que nadie está por encima de la ley, e incluso al rey actual le tocará iniciar el proceso de cambio de la Constitución para eliminar la inmunidad para el monarca, si es que quiere recuperar la credibilidad en esa institución.
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