Hace cerca de ocho años Manizales vivió la más grande emergencia por falta de agua potable en varias décadas. Solo a través de carrotanques y recipientes de almacenamiento los habitantes de la capital caldense pudieron acceder al líquido necesario para cocinar y asearse, durante casi tres semanas. La causa del problema fue el daño ocasionado por un
deslizamiento en la planta Luis Prieto Gómez, en la vereda Gallinazo (Villamaría), durante un crudo invierno. En aquel momento una avalancha se llevó dos tubos madre del sistema principal del acueducto, lo que obligó al plan de contingencia con carrotanques.
Esta semana Aguas de Manizales inauguró una estructura elevada en acero sobre el río Chinchiná, cerca de esa planta, lo que aleja la posibilidad de quedarnos sin agua potable en el futuro. Está a 26 metros de altura, lo que hace más improbable el riesgo de que una creciente del río pueda alcanzarla. Esta es la última ejecución del llamado Plan Blindaje que se elaboró después de la profunda crisis de finales del 2011, con el propósito de ejecutarlo en pocos meses, pero que luego se fue ampliando en plazos hasta el día de hoy. De todos modos, debemos resaltar que han pasado los años y se han ido concretando obras que hoy garantizan una capacidad de suministro en forma holgada, en un sistema redundante que muy pocas ciudades tienen.
El paso elevado permite que dos tubos de grueso calibre lleven 1.100 litros de agua por segundo, que tienen como destino la planta Niza, que en la época de la gran emergencia estaba fuera de servicio y tampoco pudo ser alternativa para entregarle a la ciudad el agua potable que necesitaba. Esta cantidad de líquido se suma a la procesada en Niza, proveniente de río Blanco, lo que lleva a pensar que el Plan Blindaje ahora sí merece tener dicho nombre. A esto ayudará la ampliación de la capacidad de almacenamiento en Niza, que pasará de 11 mil 530 metros cúbicos a 15 mil 130 metros cúbicos. El hecho que que exista ya un plan A, B y C parece garantizar que todo está bajo control. Ojalá así sea, porque hace ocho años Manizales sufrió demasiado.
Es cierto que anular el riesgo totalmente no es posible, porque en medio está el comportamiento imprevisible de la naturaleza, pero nos alegra que ya estemos mejor preparados para una eventual emergencia. Si miramos la situación con retrospectiva, hay muchas enseñanzas que debemos tener en cuenta. Por ejemplo, en aquel momento hubo vacíos en la gestión del riesgo y en la gestión ambiental, así como en el monitoreo permanente de las cuencas y de las mismas tuberías por las que se surte el líquido a los hogares. Durante estos años, también han sido modernizadas las redes de acueducto y alcantarillado en alto porcentaje, pero es fundamental seguir avanzando en esa dirección para evitar emergencias similares.
Las energías de Aguas de Manizales deben estar ahora enfocadas en concretar la construcción de la nueva Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), para la que ya se tienen estudios, diseños y recursos. Esto ayudará a consolidar esa buena imagen y realidad de la que goza Manizales en cuanto a calidad del agua que se consume, Además, tendrá un impacto favorable para el medio ambiente y para la salubridad en toda la cuenca del río Chinchiná, y todo el Centro Sur de Caldas.
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