Empresas Públicas de Medellín (EPM) ha sido referente de una buena manera de manejar lo público con eficiencia. Su modelo de Gobierno Corporativo es calificado como exitoso, por lo cual muchas empresas en el país lo consideran un paradigma digno de emular. Sin embargo, hechos recientes generan un mar de dudas acerca de lo que está ocurriendo allí y de lo que podría pasar en el futuro si no se cuenta con una administración que valore esos principios, y se empiezan a dar bandazos que se conviertan en ineficiencias y corrupción, por ejemplo.
La evidencia de que las cosas no son como antes es la renuncia de 8 de los 9 miembros de la Junta Directiva de la empresa, debido a que no se le está teniendo en cuenta para decisiones estratégicas, en las que el concepto de ese cuerpo directivo deberían contar con su concepto. Que el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, haya decidido tramitar en el Concejo una ampliación del objeto social de EPM sin consultar a la junta es delicado. También lo es iniciar pleitos jurídicos contra los consorcios constructores, interventores, diseñadores y aseguradores del proyecto de Hidroituango sin que la junta haya dado su aval para ello.
Es verdad que ese proyecto tuvo unos sobrecostos superiores a los $5 billones, y que la emergencia vivida en esa hidroeléctrica obedeció a fallas técnicas y administrativas que deben investigarse. Se requiere que en los organismos de control avancen los procesos y que lleguen las sanciones para los responsables, e incluso que ojalá se puedan recuperar los recursos que hayan sido manejados de mala manera. Sin embargo, pasar por encima de una cultura organizacional tan sólida, y sin tener claro el panorama de los riesgos y eventualidades que tal decisión encarna, es algo que puede generar más problemas que soluciones.
Todo esto nos preocupa, además, por decisiones como la jubilación anticipada del gerente de Chec, Jhon Jairo Granada, quien venía desarrollando una buena tarea, y que sin mayores explicaciones se tendrá que ir. Esperamos que en este caso, se escoja un gerente caldense que garantice transparencia y eficiencia, de tal manera que los rendimientos financieros puedan seguir llegando a los socios locales, dineros que durante todo este tiempo han servido para apalancar toda clase de proyectos de beneficio general.
Nuestro llamado es a la sensatez en la gerencia de EPM y en la Alcaldía de Medellín, para que esa empresa no pierda el rumbo. Desde que Chec fue comprada por la empresa antioqueña hemos visto efectos favorables para nuestra región, y sería lamentable que terminemos siendo víctimas de administraciones caprichosas y mal enfocadas desde Medellín.
Esperamos que pronto sea conformada una nueva junta directiva de esa empresa con personas que brinden confianza y seriedad, y que sus decisiones sean tomadas en cuenta, como debe ser, no puede ser que una tradición de un Gobierno Corporativo responsable sea echada por la borda. La defensa de la institucionalidad es vital si se quiere que Hidroituango recupere el cauce perdido y sea pronto una solución a la demanda energética en el país.
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