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Los rusos, que buscaban lograr su objetivo de dominar a Ucrania en una semana, llevan ya cerca de siete meses sin lograr su propósito, e inclusive retrocediendo y perdiendo posiciones como se observó durante la semana reciente, en la que el ejército ucraniano obtuvo varias victorias en el oblast de Kharkiv, en el centro y noreste del país, que les permitieron recuperar territorio y retrasar aún más lo proyectado por el Kremlin y su líder, Vladimir Putin.
La respuesta rusa ha sido atacar la infraestructura de servicios públicos que afecta de manera directa a los civiles, como la destrucción de represas que hacen parte de acueductos de importantes ciudades, lo que no solo deja sin agua potable a esas poblaciones, sino que generan inundaciones en áreas rurales y urbanas. Es una actitud cobarde que podrían llegar a ser considerados crímenes de guerra que se sumarían a los muchos que ya han cometido los rusos durante la invasión.
Sin embargo, mientras la estrategia de los soldados de Putin fracasa, el ejército ucraniano parece tener una nueva forma de enfrentar los ataques sorprendiendo a sus agresores con operaciones que permiten darle campo al optimismo frente a la posibilidad de sacar a los rusos de su territorio, como la liberación de las ciudades de Izium y Kupiansk, en el centro del país. Ya el pasado 8 de septiembre los ucranianos habían logrado liberar la ciudad de Balakiliia, lo que ya constituía un fuerte golpe a la tropa rusa.
Lo triste es que tras el rescate de amplias áreas que estaban en manos de los rusos se conoce de torturas a civiles y toda clase de crímenes que evidencian la degradación de un conflicto que necesita una mayor condena desde la comunidad internacional y la aplicación de sanciones al gobierno de Putin. Solo en infraestructura física se calcula que los daños causados por el ataque ruso alcanza unos 350.000 millones de dólares, dinero que se requiere para aplicar a la reconstrucción, pero esas cifras podrían seguir creciendo, lamentablemente, mientras que los invasores no sean sacados de Ucrania.
Todo indica que la única manera de terminar este conflicto es que los ucranianos sigan acumulando triunfos militares, porque desde el lado ruso las intenciones de salir por su propia voluntad no parece posible, de acuerdo con lo confirmado por el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterrez, quien tuvo una conversación telefónica con Putin. El punto positivo es que la moral del ejército ucraniano está en alto y en ascenso, mientras que hay perplejidad en los rusos, es un momento de quiebre importante en el que Ucrania debe tener un mejor acompañamiento global.

Todavía hay territorios muy importantes, principalmente en el sur de Ucrania, que es necesario recuperar hasta sacar a los rusos de ese país. La realidad es que los ciudadanos rusos cada vez más están convencidos de que la invasión es un gran error, y que su presidente debería acabar con esta costosa invasión. No obstante, la enfermiza tozudez de Putin no permite ser optimista en ese sentido, pero es innegable que la baja popularidad de su actitud podría terminar socavando más sus propósitos. Ojalá.