Shalom es una forma en que los judíos expresan el deseo de bienestar para la otra persona, se ha extendido como saludo o despido y es el nombre que lleva el edificio que la Unidad de Gestión del Riesgo y la Secretaría de Gobierno de Manizales ordenaron evacuar de manera preventiva el viernes con el fin de que se estudie si las inconsistencias constructivas que presenta frente a los planos son subsanables o se hace necesario demoler. No tiene bienestar la ciudad cuando se presentan estas situaciones, pues hablamos de una construcción nueva.
La mayoría de las transacciones entre los ciudadanos parten de un principio de confianza. En casos como la compraventa de vivienda, siempre el comprador confía en que la empresa que le vende ha cumplido con las exigencias, que por eso edifica sin problema, pues el Estado debió cumplir con los controles que garanticen que toda construcción cuenta con los protocolos necesarios y está blindada. En esta oportunidad no fue así y solo ahora, cuando empezaron las quejas, ya terminado el edificio, ya habitado por quienes pagaron millonarias sumas, aparece el Estado a pedir que se corrijan los yerros. Mientras tanto, los ciudadanos quedan expuestos, preocupados, con sus viviendas en el mejor de los casos desvalorizadas y, quién sabe, si pierdan todo su capital.
Manizales ha tenido una tradición de seriedad en la construcción de sus edificaciones por lo que es vista como un buen lugar para adquirir vivienda, en un sector de la economía dinámico, que es vulnerable a los embates de la naturaleza y del mercado. Desde aquí se han diseñado normas sobre sismorresistencia y se han hecho cumplir a cabalidad, pero esta situación presentada con este edificio nos advierte de la necesidad de no confiarnos, sino que se requiere que haya un control severo sobre las edificaciones en construcción para evitar que se presenten tragedias.
Situaciones como esta ya las habíamos visto en Medellín, con el sonado caso del Space y de otros de la misma constructora, también en Cartagena en donde el problema parece ser de marca mayor, pero ahora se nos presenta en nuestra ciudad y nos obliga a encender las alertas para que este hecho particular, que sigue en investigación, no sea de magnitudes mayores y se esté repitiendo en otros lugares. Confiar en que no va a pasar de ahí. Se hace necesario que se revisen las estructuras de otras edificaciones de este mismo constructor, así como advertir a curadurías y a Planeación de que se debe ejercer control sobre las obras en desarrollo, no basta con verificar que los papeles estén en regla.
Cosas como esta impactan directamente en la competitividad de la ciudad, al afectar la inversión de manizaleños que se han esforzado en conseguir su vivienda propia. Con qué tranquilidad se puede adquirir vivienda si en cualquier momento le salen con noticias como esta. Esperemos que los daños presentados en el edificio Shalom 3 sean subsanables, que los constructores respondan a los compradores y que las autoridades confirmen pronto si efectivamente se alteraron las obras con respecto a los diseños, lo que es de suma gravedad. La firma constructora tendrá derecho a sus alegatos, pero que mientras los procesos se adelantan se proteja a los ciudadanos que quedaron en riesgo de perder su inversión.
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