Clasificación para el optimismo

La gran alegría con que vibramos cuando la Selección Colombia de fútbol se clasificó en Lima (Perú) para el Mundial del 2018, puede ser la puerta de entrada a una serie de mejores noticias para nuestro país, por el que debemos trabajar para que lleguen los vientos de la recuperación y una prosperidad verdadera que se refleje en un cada vez mejor cimentado optimismo, que se multiplique en crecimiento y bienestar general. Después de esta importante noticia para nuestro deporte, en el ambiente se respira un aire menos pesado del que hemos tenido que padecer, entre otras, por el negativismo que cundió entre los colombianos en los meses recientes.
Sin necesidad de caer en nacionalismos desbordados o en una falsa percepción de mejora, sí podemos ser realistas en el sentido de que el tiquete a Rusia para nuestra Selección comenzará a tener buenas consecuencias para el comercio, como ocurrió después de la clasificación de Colombia al Mundial de Brasil 2014. De acuerdo con cifras del DANE, el gasto de consumo en aquella ocasión tuvo un crecimiento del 4,7%, con especial énfasis en los hogares. Las experiencias de las anteriores participaciones de nuestro país en mundiales de fútbol muestran comportamientos similares.
Esta nueva dinámica se podrá transformar en generación de nuevos empleos, en un empuje al sector de la confección, a la venta de electrodomésticos, al movimiento de restaurantes y bares, y al despertar del consumo interno en general que ha estado demasiado cauteloso. De acuerdo con expertos económicos esta contracción y prevención excesiva a la hora de gastar es responsable, en buena medida, de que este año se tenga un pronóstico muy conservador del crecimiento económico. Por eso hay que cambiar el chip: un país optimista atrae la inversión, y con ella la economía y la calidad de vida tienen más posibilidades.
Está demostrado, por ejemplo, que la presencia de Colombia en un mundial, más cuando ocurrirá tan lejos de nuestro país, hará que la gente compre más y mejores televisores y otros aparatos tecnológicos, que las personas se reúnan en hoteles, bares y restaurantes a disfrutar con los amigos o en familia de ese gran evento. Además, las agencias de viajes, las aerolíneas y todos aquellos que manejan turismo verán cómo se reactivan sus negocios, lo que es saludable para una economía que se viene comportando tímida y que puede usar este trampolín para despegar de nuevo.
A mitad de año el Washington Research Center publicó una investigación sobre el clima económico de varios países, que dejó claro que las decisiones de la población no se basan solo en el análisis objetivo de los datos, sino que está relacionada con la interpretación ideológica y política y las características socio-demográficas de sus habitantes. El tener un país cada vez menos violento tiene que llenarnos de optimismo acerca de la posibilidad de volver a tasas de crecimiento por encima del 5%. El mismo premio Nobel de economía de este año, Richard Thaler, demostró con estudios que las decisiones económicas también obedecen a variables sicológicas que no tienen que ver con la racionalidad del pensamiento.

Así como creímos en nuestra selección y la acompañamos hasta que alcanzó su clasificación, es el momento de recuperar el optimismo y volver a creer en el futuro de Colombia. Es verdad que tantos escándalos de corrupción y tanto escepticismo alrededor de las posibilidades de construir una paz real hacen difícil que la gente combata las malas energías, pero llegó el momento de reflexionar y ver que el futuro puede ser promisorio. Está demostrado que cuando la gente ve las cosas con más positivismo y toma la decisión de perder la timidez para la inversión y el gasto, las economías recuperan la dinámica, y todos ganamos. De la mano de nuestra Selección todos podemos ganar.