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El narcotráfico nos ha afectado a todos los colombianos de alguna forma, a unos más que a otros, igual como como ha sucedido con el conflicto armado interno. Para ciudades como Manizales, por ejemplo, ambos fenómenos se han percibido de manera relativamente distante, si se quiere los hemos visto como algo ajeno, exótico, que tiene sus focos en otras regiones del país. Por eso, sorprende tanto esa noticia conocida la semana pasada acerca del envío de una tonelada de cocaína a los Estados Unidos desde la costa chocoana en el Pacífico, coordinado por una organización criminal liderada desde la capital caldense, que maneja además el mercado de las drogas sintéticas en la región.
Una operación conjunta de la Dijín de Bogotá y una unidad especializada de la Fiscalía de Antioquia llevó a la captura de nueve personas en Caldas y Chocó, entre ellas al propietario de un reconocido negocio nocturno de Manizales, quien solo sería el testaferro de poderosos narcotraficantes que, originarios de Itagüí (Antioquia), desde la década de los 90 establecieron sus tentáculos en la capital caldense, los cuales se fueron consolidando en silencio hasta ser hoy una poderosa organización que tendría infiltrados distintos sectores, lo que ha permitido su actuación mafiosa sin mayores obstáculos.
Crímenes, al parecer, sin conexiones entre ellos, como la muerte del excomisario de Policía Fernando Aguirre, en el barrio El Caribe, el propio asesinato del entonces subdirector de LA PATRIA Orlando Sierra Hernández, o el millonario hurto al apartamento del exsenador Ómar Yepes Alzate tendría a esta organización criminal como responsable. Además, las investigaciones alrededor del envío de la cocaína desde el Chocó muestran las alianzas que esta empresa delincuencial habría tejido con el Eln en esa zona del occidente colombiano.
Si la alianza hoy es con el Eln, en el pasado fueron claros los vínculos de esa misma banda con el paramilitarismo, el mismo que en la década pasada evidenció su cercanía con la política local y llevó a que varios dirigentes de la región terminaran en la cárcel. Por eso es que resulta inquietante que quienes lideran la investigación sospechen que hay ahora un nuevo impulso, más sofisticado y con un blindaje más fuerte haciendo uso del chantaje. Tal sería su poder que la cocaína no solo sería enviada a los Estados Unidos, sino que también abarcaría el mercado europeo.
El hecho de que se mencionen en esta organización criminal a personajes como alias Culebro, el Ciego, Don Elkin, el Señor de la blanca, Papito, Guacamayo, Dora, Don Víctor, Willy, Chita, Chato, Nari, Care Traba, Tilín y Cepillo, entre otros, evidencia el nivel criminal de una organización que, además del narcotráfico tendría entre sus actividades el contrabando, la trata de personas y toda clase de actividades delincuenciales que le han permitido manejar el bajo mundo de la ciudad desde hace cerca de 25 años, sin debilitarse y más bien consolidando sus acciones criminales.

Es necesario que las investigaciones sigan avanzando, de tal manera que se establezcan todos los detalles de las acciones criminales de la banda que lleven a judicializar con suficientes argumentos a todos sus miembros y patrocinadores. No podemos seguir permitiendo que una organización criminal de esta dimensión siga actuando en Manizales, sin que nos demos por enterados. No puede ser que la permisividad y la corrupción de algunas instancias de poder ayude a que esta mafia se reinvente cada vez que se le da un golpe y que regrese con peores crímenes, como ocurre desde principios de lo 90. Esperamos resultados contundentes y definitivos esta vez.