Llegó el final de la Administración más siniestra que hayamos tenido en la historia de Manizales, una dirección que en cuatro años de Gobierno se encargó de borrar del panorama nacional todas las virtudes de las que gozaba la ciudad y de las que nos sentíamos orgullosos por su seguridad, patrimonio cultural, el don de gentes, ser ciudad universitaria; en el aspecto industrial, por su gran aporte manufacturero al Producto Interno Bruto local, una población atractiva y reconocida por sus servicios públicos, con una economía destacada por su aporte a la generación de empleo, entre otros.
Manizales, destacada por ser una raza pujante, innovadora, emprendedora, de gente honesta, trabajadora y con un gran espíritu crítico, pasó de ser la mejor ciudad para vivir en Colombia por las ventajas mencionadas, a una ciudad donde sus habitantes perdimos el apego, el afecto, el cariño. Las personas sentimos pena, vergüenza ajena, deshonra por todas las irracionalidades propuestas y ejecutadas por el alcalde, Carlos Mario Marín, con el consentimiento o aprobación de sus áulicos, el gabinete municipal, sus asesores y lo más grave por el Concejo de la ciudad en su gran mayoría.
Hoy nos reconocen en el país y en el mundo por ser la ciudad en la que su burgomaestre firmó un convenio para que cinco mil personas tuvieran acceso a aprender inglés gratis online con Liberland, un país inexistente. Caso similar sucedió en Paraguay, donde el ministro de Agricultura y Ganadería firmó un convenio con el país inexistente de Estados Unidos de Kailasa, con la gran diferencia que inmediatamente fue destituido. Ni hablar de la improvisación para administrar y en especial de la ejecución de obras, se nota el desconocimiento técnico y la inexperiencia del alcalde Marín, quien permanentemente se vanagloria de ser un líder, y del equipo que lo acompaña, pero no conocen de planeación, de control, de programación contractual, de gestión predial, etc., competencias obligatorias para un buen manejo de los recursos públicos, que son producto de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos.
Algunos hechos relacionados con lo anterior, son las siguientes obras inconclusas, llenas de prórrogas, sobrecostos, cesiones de contratos: Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Los Cámbulos. Línea tres del cable aéreo, intercambiador vial de Los Cedros, bulevar de la 19. Logró terminar el bulevar de la 48, después de seis prórrogas y más de $300 millones en sobrecostos. Por el contrario sí hicieron pronto una ciclobanda en la principal avenida de la ciudad en forma antitécnica, que la usan más motociclistas que ciclistas. La licitación de la nueva concesión de tránsito, en la que queda la posibilidad de cobrar fotomultas; una adjudicación llena de dudas, cambiando el anterior operador STM, catalogado como de las mejores prácticas en Colombia por su experiencia, conocimiento y especialización del tema. Para despedirse, y como si fuera poco, su última alcaldada fue la instalación de una cebra o paso peatonal, que en vez de brindar seguridad lo que ofrece es un alto riesgo de accidentalidad ya que termina en el separador de la avenida Santander. Fue Gobierno permisivo, falto de carácter y de autoridad, como el que ejerce su jefe político por naturaleza: el presidente Petro, con quien por congraciarse con él, le manifestó que el aeropuerto del café era para unas élites.
La falta de autoridad convirtió a varios sectores en un desorden público, como Milán y El Cable, sitios infernales para vivir, donde reina el desorden, el bullicio de los establecimientos con música a todo volumen, animación con parlantes, venta de licor en algunos sitios adulterado, con horarios disponibles entre 15 y 17 horas al día los siete días de la semana sin importar si es festivo, en la calle venta de alucinógenos y consumo, lo que conlleva a inseguridad total. La invasión de los andenes por vendedores ambulantes, sumado a la ampliación de las terrazas hacen muy dificultosa la movilidad peatonal. Es una ciudad abandonada, con un paisaje urbano desagradable, los conductores se cuadran donde quieran, una ciudad sin Dios ni ley, donde todo el mundo hace lo que le viene en gana.
Afortunadamente esta angustia finalizará el 31 de diciembre. Se da el fin de una pesadilla y es el despertar de una esperanza con la llegada del nuevo alcalde, ingeniero Jorge Eduardo Rojas, una persona joven de mucha energía, con carácter, serio y responsable. Un profesional que por su formación académica, con especialización en Desarrollo Gerencial, experto en Gestión del Riesgo, su amplia experiencia adquirida en los cargos públicos desempeñados son garantía para la ciudad: ministro de Transporte, que le permitió entender cómo se gestionan los recursos; alcalde de la ciudad, cargo que desempeño con grandiosidad y tuvo la iniciativa de Gobierno en la calle, en el que todas las comunas y corregimientos pudieron manifestarle de primera mano sus necesidades; secretario de Obras públicas, lo que da un plus para salvar y acabar de ejecutar las obras que su antecesor improvisó; asesor de Planeación, que es de lo que estuvo huérfana la administración saliente; concejal, quiere decir que conoce del control político. Surge una esperanza para gobernar y dirigir con planeación, control y autoridad, que es lo que se perdió. Ingeniero Rojas, salve usted la ciudad. La enseñanza que queda es que en la retórica mentirosa del señor Carlos Mario Marín y de políticos, en especial progresistas, no se puede confiar.

PD: al señor Carlos Mario Marín solo le falta que haga colocar su foto en la torre de El Cable, para acabar de subirle su ego malo.