Los caminos por los que Petro en Colombia y Milei en Argentina llegan a la presidencia son muy parecidos, quién lo creyera. De base está en ambos casos la carencia económica de una buena parte de la población, la falta de oportunidades y la desesperanza. Petro en el 2018 recibió un apoyo importante de los votantes, que le sirvió de cuota inicial para su proyecto político. Todo el malestar social que se empieza a gestar en el gobierno de Duque, quien nunca debió haber sido presidente, así como lo que trajo la pandemia, hicieron posible que Petro conquistara el premio mayor en 2022. También contribuyó, y de manera decidida, el desprestigio total de la clase política, la rabia contra los mercaderes de la política, y por eso la segunda vuelta la disputaran un líder de izquierda antisistema, Petro, y un advenedizo y fantoche atractivo para muchos por su temeridad, Rodolfo Hernández. La política tradicional perdió por knockout en la disputa de 2022; aunque no muerta, y como vimos en las pasadas elecciones, con capacidad de reponerse.
Milei también recogió todo el descontento social y político de los últimos 20 años en Argentina, el cansancio del monopolio peronista en cabeza de los Kirshner, el abuso de los políticos, la corrupción, y sobre todo, el desastre económico con sus facetas más lacerantes: la inflación y la devaluación. Como un apóstol en evangelización, Milei difundió dos mensajes: su repugnancia frente a ‘La Casta’, o sea los políticos de oficio, y su furia con el manejo económico de los pasados gobiernos. Y hablando de macroeconomía y teoría monetaria, temas ajenos a los políticos, conquistó buena parte de su electorado.
Petro y Milei, quien lo creyera, comparten muchas características. Ambos son feligreses, aunque de iglesias distintas; tienen mucha dificultad para escuchar a quienes sostienen ideas diferentes a las de ellos; son narcisos y presumidos, y a ambos les haría bien ir regularmente al psiquiatra. Petro glorifica al Estado y lo cree omnipotente; Milei le prende velas al mercado y tiene fe ciega en su mano invisible y milagrosa. Petro sospecha permanentemente del mercado y los capitalistas; Milei lo hace de todo lo que haga el Estado. Estas visiones de ambos, parciales y miopes, son problemáticas y no corresponden a la realidad en que se desenvuelven las sociedades. Aunque es bueno escucharlos con cuidado, pues entreveradas con sus ideas temerarias y delirantes, algunas verdades dicen.
El gobierno de Petro, hasta ahora, ha sido desafortunado y errático. Parece estar perdiendo la oportunidad de oro que tuvo. Su incapacidad de escuchar, de considerar las ideas que no cuadren con su cosmovisión, ha hecho que quiera imponer a rajatabla su deber ser del Estado, la economía y la sociedad; y obviamente, en un sistema de pesos y balances, en una democracia operante, esto no se puede hacer, entonces lo que queda es un bloqueo, como por ejemplo lo que pasa con las reformas que están en el Congreso. Su incapacidad de ver matices, de ponderar la realidad y comportarse con prudencia, hace que Petro vaya dejando en el camino un reguero de problemas y situaciones que en vez de mejorar empeoran.
Milei apenas comienza, se posesionará el 10 de diciembre. Ese día se abre el camino a sus pies. Si se impone su fanatismo, terquedad e ideologización, traerá más tragedias a Argentina. Si opera un milagro y de repente adquiere la capacidad de ver las múltiples facetas de la realidad, podría tener la oportunidad de traer alivios al pueblo argentino.

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“FUERA PETRO” coreó todo el estadio de Barranquilla antes del partido de la selección Colombia hace una semana, al advertir la presencia de la familia del presidente en las tribunas. La situación fue tan incómoda para los Petro que decidieron abandonar el estadio, y especialmente mortificada estaba Antonella, la hija menor del Presidente. Comprensible su enfado y da pesar el sufrimiento de la menor. Sin embargo, estos son los costos del poder, tarde que temprano, y le ha pasado a todos. El poder tiene dos caras: en una está el avión presidencial que cómodamente los lleva de Bogotá a Barranquilla a ver el partido; en la otra el riesgo al rechazó de la multitud. Quien gobierna y su entorno deben estar preparados para ambas dimensiones.